La Mora es uno de los parajes del departamento alvearense. Allí un reducido grupo de hombres y mujeres se ganan la vida realizando tareas campestres. Sus años guardan historias de trenes, escuelas que abren y se cierran, leyendas y la incesante lucha por conquistar los derechos básicos.
El paraje La Mora es sinónimo de campo áspero y sereno, ubicado 80 kilómetros hacia el este de la ciudad de General Alvear supo ser puerta de entrada para los inmigrantes que vinieron en busca de la tierra y progreso.
Su nacimiento está íntimamente ligado a la llegada del Ferrocarril del Oeste allá por el año 1907 que luego en 1948 tomaría la denominación de Ferrocarril Domingo Faustino Sarmiento.
El nombre del lugar proviene de una antigua posta que existía en los albores del siglo XX. La llegada del tren dio vida no sólo a La Mora sino también a otros parajes como Canalejas, Los Huarpes y Cochicó.
Sin embargo, el auge de las ciudades y la clausura definitiva de la estación de trenes allá por el año 1977 convirtió a La Mora en un sitio con futuro incierto y actualmente es uno de los tantos territorios que luchan por sobrevivir. Actualmente su población es de apenas 30 habitantes.
Sin dudas que el epicentro del paraje es la escuela Francisco de Paula de Castañeda, establecimiento que le otorga la posibilidad a los hijos de los puesteros de finalizar sus estudios primarios. En el año 2006 la escuela fue cerrada durante la gestión del gobernador Cobos, debido a una "matrícula escasa". Por suerte en el año 2008 la nueva gestión provincial decidió reabrir las puertas de la institución educativa.
Fue entonces cuando la Dirección General de Escuelas remodeló la vieja casilla de venta de boletos de tren, donde se dictaban clases, designando además un director-maestro y un celador a cargo de la tarea pedagógica, cuidado y mantenimiento.
El cierre del ciclo lectivo del 2011 no fue uno más, todos los vecinos de la zona se juntaron para cenar y celebrar la inauguración de las luminarias públicas del paraje y la presentación del playón deportivo de la escuela. La red eléctrica está conformada por 5 luminarias que cubren los casi 500 metros de largo del lugar. La obra fue realizada por la cooperativa Cospac, la Municipalidad de General Alvear y el EPRE.
Una de las carencias fundamentales de las familias que pueblan el secano era hasta hace unos días el acceso al agua potable de red. Para hacer uso de este derecho los pobladores tenían que dirigirse hacia unas piletas que habitualmente llenaba un camión de la comuna.
En los primero días de setiembre tras gestiones del bloque de concejales radicales los vecinos pueden extraer agua potable de una bomba presurizadora. En total, fueron 80 metros de caño de tres cuarto de pulgadas y 10 metros más en la entrada de la casa de cada familia. "Lo que queda es concretar la segunda parte de la instalación para tres familias más que se realizaría en los próximos días", destaco el edil Leonardo Viñolo.
El paraje también guarda su halo de misterio, hace algunos años se pudo corroborar la aparición de algunos animales mutilados. Inmediatamente muchos de los pobladores señalaban la posibilidad de la aparición del famoso "Chupacabras", un legendario y mítico animal de las leyendas mexicanas y centroamericanas.
En ese entonces se trató de dos novillos en buen estado hallados con las ubres y la zona anal seccionadas con una extraña prolijidad, sin señales alrededor de otro animal que pudo hacer las veces de cazador furtivo. En ese momento las autoridades de la Dirección Provincial de Ganadería no dieron crédito a tales versiones y el caso quedó como uno más de las tantas historias populares que existen en el país.
"La Mora es un lugar muy tranquilo con gente de campo que se dedica a criar animales para llevar el día a día. Nosotros vamos a realizar tareas de mantenimiento sobre todo, actualmente la gente cuenta con los servicios de radio, teléfono y luz eléctrica" comenta Ramón Olguín chofer de Defensa Civil del departamento sureño.
Al este de General Alvear se encuentra una tierra que alguna vez recibió vagones cargados de historias y esperanzas. Hoy es un suelo partido por el crudo sol, habitado por hombres y mujeres que siguen apostando al futuro.
