La visita a la montaña, en el eje que constituye Uspallata con Las Cuevas, es un paseo que concita admiración por la belleza del majestuoso paisaje a la vista, que llena de asombro al turista que recorre el área por primera vez, e inclusive así lo siente el residente de esta tierra, no obstante que ya conoce los parajes cordilleranos.
Sin embargo, aunque el camino, la ruta nacional 7, está moderadamente bien y las localidades principales, como Uspallata y Puente del Inca, son puntos satisfactorios para conocer y visitar, hay un conjunto de puntos que se deberían mejorar para la mejor explotación de la zona.
En Puente del Inca, pintoresco paraje tanto en verano como en invierno, salta a la vista que todavía la planificación urbana está ausente.
Los artesanos están ubicados en un sector que conduce al maravilloso puente natural, pero el trayecto donde se encuentran los puestos deja mucho que desear.
El camino internacional allí está pegado a la parte urbanizada y los camiones que "bajan" hacia el este, hacia la ciudad, lo hacen con exceso de velocidad y no nos imaginamos qué podría pasar si alguno se desplaza sin control fuera de la calzada y embiste a locales y vehículos estacionados.
La unión vecinal del lugar y operadores quieren sentarse a dialogar en serio sobre los temas que hacen falta para potenciar la localidad. Un tema que simplemente enunciamos en estas líneas es la posibilidad de recuperar las aguas termales que tuvo el lugar, que ahora se pierden al reingresar al caudal del río Las Cuevas sin ningún aprovechamiento.
Pobladores responsables, que quieren afirmar el crecimiento de este sitio de la montaña, están en condiciones de apoyar el proyecto de recuperación de los baños termales, cuya puesta en marcha obviamente exigirá una importante inversión.
También se espera que de una vez por todas se desarrolle en allí un centro comercial moderno, de servicios comunitarios y turísticos.
Más abajo, el complejo de esquí Los Penitentes persevera en la montaña, con los parámetros que fijó su creador, Emilio López Frugoni, y sus hijos están dispuestos a mantenerse en el intento pese a los bajos niveles de nieve que registró la zona este año, alejando a los esquiadores a otros centros.
Los empresarios que mantienen estructuras como la del Kilómetro 151, y los restantes que poseen instalaciones más pequeñas, al borde del camino, se preguntan si no deberían ser apoyados por el Estado con regímenes similares a los que protegen y resarcen a los productores vitivinícolas damnificados por el granizo o las heladas.
En otro orden de cosas, es verdad que está en marcha un plan de mejoramiento del hospital Dr. Luis Chrabalowski, de Uspallata, pero hacia el Oeste falta una estructura consolidada en salud, que pueda enfrentar cualquier contingencia que se produzca, por lo menos en los primeros momentos.
También las Cámaras de Comercio y Turismo de la montaña y de la ciudad, piden que la política gubernamental controle definitivamente la actividad informal. Según la evaluación del sector hotelero las camas informales son entre 8.000 y 10.000, sobre aproximadamente 30.000 registradas.
Lo mismo ocurre con el transporte turístico donde la situación es alarmante para los prestadores oficiales: 70% de los transportes son informales (o no están registrados correctamente (el caso de la "batea turística", o el ómnibus turístico de la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza, que no está registrado ni cumple la ley 7.480).
La descripta es una porción pequeña de los problemas que padecen los habitantes y operadores turísticos y comerciales de alta montaña, que vienen haciendo esfuerzos por mantener las prestaciones y dando empleo a las familias que trabajan en relación directa con la actividad y los que lo hacen de modo indirecto.
