Se llamaba Edith Giovanna Gassion y desde que nació, el 19 de diciembre de 1915 en París, su vida estuvo marcada por la desdicha. En el número 72 de la calle Belleville de la capital francesa, una placa recuerda: “En las escaleras de esta casa nació, en medio de la indigencia, Edith Piaf, cuya voz conmocionó más tarde al mundo”.
Robert Belleret, autor del libro “Edith Piaf, vivir para cantar”, explica sin embargo que en realidad nació en el hospital Tenon, muy cerca de allí, aunque reconoce que vivió una infancia de miseria y enfermedad entre prostíbulos y circos ambulantes.
En el marco de una vida jalonada por distintos abismos, fue madre a los 16 años de un niño que murió a los 2 de meningitis; adicta al alcohol y a la morfina tuvo muchos amores, pero el verdadero amor de su vida, el boxeador Marcel Cerdan (“el único hombre que he amado”, según ella misma), se estrelló en un avión a los dos años de conocerla.
“Al mismo tiempo es verdad que gracias a su voz casi sobrenatural, esta niña de París, esta flor del asfalto, conquistó el planeta y todavía vibra en nuestras memorias”, asegura el biógrafo.
Las canciones de Piaf siguen vigentes y en las últimas semanas se escucharon en los homenajes a las víctimas de los atentados del 13 de noviembre en París.
Coincidiendo con el centenario de su nacimiento, igual que pasó hace dos años con los cincuenta años de su muerte (el 10 de octubre de 1963), se han publicado numerosos libros que recuerdan su carrera, sus amores y sobre todo las canciones de la "Môme" Piaf ("Pequeño gorrión", como la llamaban en francés).
El libro de Belleret reproduce documentos oficiales, entre ellos el certificado de nacimiento, pero también carteles, cartas y artículos de periódico.
Piaf también protagoniza un libro de recuerdos de su amiga Ginou Richer ("Piaf, mi amiga"), una biografía escrita por Claude Fléouter ("Edith Piaf, diez minutos de felicidad al día no están tan mal") y un libro con un centenar de cartas que escribió a su confidente Jacques Bourgeat entre 1936 y 1959 ("Cartas al amigo de la sombra").
Nuevas grabaciones
2015 ha sido el año de Piaf en Francia. En los primeros meses hubo una gran exposición en la Biblioteca Nacional Francesa de París, en la que se pudo ver, entre otros recuerdos y objetos de su pertenencia, su célebre vestido negro.
También se inauguró una nueva estatua en el museo de cera de la capital francesa y la cantante fue protagonista, en julio, del festival de música Francofolies, en la ciudad de La Rochelle.
Y Charles Aznavour, que fue su secretario y escribió letras para sus canciones, le rindió homenaje en un disco publicado en mayo, "De la môme à Edith".
Pero no hay nada mejor para celebrar su centenario que escuchar de nuevo sus canciones. En principio no queda ninguna inédita ni por descubrir, desde que en 2003 se publicaron seis grabaciones desconocidas. Aún así el sello Warner ha aprovechado el centenario para publicar sus archivos, en este caso canciones grabadas por Piaf a partir de 1946.
Se trata de un conjunto de 350 temas, entre ellos los más conocidos, que han sido remasterizados a partir de discos de vinilo nuevos de 78 revoluciones y de grabaciones originales, todas ellas reunidas en 20 cd’s.
Según el director artístico de la edición, Mathieu Moulin, era "un deber" actualizar este repertorio "sin distorsionarlo", como pasó con las primeras grabaciones de Piaf, entre 1936 y 1945.
Esta nueva edición, explica Moulin, ha permitido corregir imperfecciones que había en algunas canciones. Es el caso de "Le bal dans ma rue" (1949), de la que sólo se conocía hasta ahora una versión demasiado rápida con relación a la original.
El trabajo de la discográfica también ha permitido descubrir que Piaf grabó en algunas ocasiones dos versiones de la misma canción, como en los casos de "Jezebel" (1951), "Les Amants de Venise" (1953) o "Heureuse" (1953).