La minifalda que conmocionó a la ciudad

La primera mujer que se atrevió a la nueva moda de los años sesenta fue increpada por la población local.

La minifalda que conmocionó a la ciudad

Hace cincuenta años, se imponía una moda que, iniciada en Gran Bretaña, pronto se popularizó hasta en los países más lejanos y conservadores.

El estallido de la minifalda, pues, trajo la aprobación de algunos y el repudio de la mayoría, que la consideró inapropiada e inmoral. A pesar de los opositores, muchas  mujeres se animaron a transgredir aquella imposición.

Aquí, un singular suceso conmocionó a la ciudad. Cincuenta años atrás, decíamos, por primera vez una mendocina se atrevía a la minifalda.

Beatles, hombre a la luna y moda

Entre las tantas revoluciones de la década prodigiosa de 1960, desde Los Beatles hasta el primer hombre en la Luna, la minifalda sigue siendo uno de los íconos de esa época.

Hay distintas versiones sobre quién inventó la prenda: algunos le dan el título a Mary Quant; otros, se lo adjudican a los diseñadores André Courrèges, John Bates y Jean Varon.

Pero fue en la ciudad de Londres, Reino Unido, donde Quant lanzó por primera vez la minifalda. Sin duda, fue una de las expresiones del inicio del movimiento de liberación sexual que trajo, a su vez, la invención de la píldora anticonceptiva.

Durante los sesentas, las famosas modelos Twiggy y Jean Shrimpton modelaban los diseños de Mary Quant, que eran usados por las celebridades del momento: Brigitte Bardot, Nancy Sinatra y Audrey Hepburn, entre otras.

En el invierno de 1966, la modelo Paty Boyd y el Beatle George Harrison se casaron usando prendas de la diseñadora. Ese mismo año, Mary Quant recibió de manos de la Reina Isabel Segunda la Orden del Imperio Británico, que aceptó, por supuesto, usando una minifalda.

En Argentina, esta diminuta prenda llegó a fines de los años sesenta y principios de los setenta, generando polémica. Una joven, en Mendoza, causó un revuelo en pleno centro.

Durante la primavera de 1970, en las inmediaciones de San Martín y Garibaldi, más de cuarenta personas se agruparon nerviosas y bulliciosas. Muchos creyeron que se trataba de un accidente o un asalto, y algunos sospecharon un acto terrorista.

En pocos minutos, un patrullero asomó en contramano por calle Primitivo de la Reta y Garibaldi. Inmediatamente, otro móvil policial intervino en la zona. Ni asalto, ni accidente, ni bomba. Se trataba de una joven, de 21 años, que lucía una reducida minifalda.

Hubo racciones encontradas. La joven se dirigió hacia una disquería sobre Primitivo de la Reta y, tras unos minutos, salió de la mano de un joven, seguidos por los asombrados transeúntes.

La pareja entró a un café ubicado en Garibaldi y se sentó en un recodo para pasar desapercibida.  Cuando parecía que el público empezaba a dispersarse, ocurrió lo contrario. En la puerta del café una multitud se reunió para ver a la muchacha.

Cinco minutos después, un oficial y tres agentes entraron al bar para interrogar a la joven. El oficial le pidió el documento; nerviosa y sin vacilar lo sacó de su cartera de cuero blanca y se lo entregó. Sin ninguna causa para detener a la muchacha, los policías se retiraron pero antes despejaron la vereda de curiosos.

Con el tiempo, la moda se difundió en toda la ciudad.

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