Un enorme pino se desplomó por fuertes lluvias y destruyó el emblemático Reloj de Flores de Viña del Mar la semana pasada.
Luego del incidente, el municipio anunció que en “algunos días” comenzará la reconstrucción, la que constará unos 50 millones de pesos chilenos (alrededor de 1,2 millón en plata argentina), según el medio trasandino La Tercera.
Esta inversión estatal desató la furia de las familias que viven en asentamientos en esa región chilena
“Reginato (la alcaldesa de Viña) llora por el reloj de flores, mientras 6207 familias de campamento (asentamientos) siguen viviendo en pésimas condiciones“, fue la bandera que apreció en el destruido monumento.
Esta intervención se viralizó en las redes sociales y generó tantas adhesiones como rechazos.
La publicación de Tomás Seballos Conese, un activista que participó del reclamo, fue compartida casi 13 mil veces y los comentarios se cuentan por cientos.
"Con esta manifestación pacífica queremos hablar por las 6.207 FAMILIAS de Viña que viven en alguno de los 74 CAMPAMENTOS olvidados por la municipalidad", denuciá Conese en su Facebook.
"La restauración del ícono de la ciudad que cuesta alrededor de 50 millones de pesos, demostrando que con voluntad política se puede operar de manera veloz y sin escatimar. Queremos dejar en claro que el reloj no es malo en si mismo, sino en el contexto de la desigualdad dramática que reina en la famosa ciudad "bella"", agrega.
“Nos encantaría que Virginia (la alcaldesa) se acongojara tanto por los miles de niños que no pueden acceder a sus colegios cuando llueve o por los tantos ancianos que no cuentan con servicios básicos como el agua en verano porque ella utiliza los camiones aljibe para regar el plan y no rellenar los estanques comunitarios”, reclama Conese.