La meta vital de cuidar el agua

En nuestra realidad mendocina, cuidar el agua debería ser una verdadera cruzada por las condiciones climáticas y el ambiente en que vivimos.

La meta vital de cuidar el agua
La meta vital de cuidar el agua

Hay muchas personas que cuentan con muy poca cantidad de agua para subsistir. Y ocurre en nuestra provincia, no en lejanos y remotos confines de la Tierra.

Por eso es imprescindible cuidarla y que se distribuya lo más racionalmente posible entre los habitantes de nuestro territorio.

Vale recordar algunos aspectos inherentes a este valioso líquido, del que la Organización de las Naciones Unidades para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se ocupa desde hace muchos años, fijando un objetivo insoslayable: lograr la mejor salud, para que el ser humano pueda prolongar su estadía en la tierra, al mejorar su calidad de vida. Por ello, vida y agua son inseparables.

¿Nos preguntamos qué es el agua?

Es un alimento que evita los grandes riesgos de la deshidratación del ser humano e interviene en la elaboración de los alimentos que consumimos.

En nuestra realidad cuyana, cuidar el agua debería ser una verdadera cruzada  por las condiciones de nuestro clima y el ambiente en el que vivimos, semidesértico. Sin embargo, y pese a todas las recomendaciones efectuadas para defender el imprescindible líquido, se siguen observando surtidores que pierden mucho más que gota a gota, a amas de casa que con sus mangueras lavan la vereda derrochándola sin piedad o quienes dejan impecables sus automóviles tras malversar varios litros de agua.

Sabemos inclusive que se deben regar jardines y plantas fuera de los horarios habilitados para tal fin, lo que debe también ser acatado, pero en última instancia en este caso hay una intención de mantener el verde que también ayuda a la subsistencia de los seres humanos.

Y mucho más deberíamos ser racionales en este uso, tras observar in situ o por fotografías la reducida capacidad de embalse del dique Potrerillos, que se encuentra al 54% de su posibilidad de almacenamiento. La imagen de las orillas del embalse, donde se ha retrocedido el agua, totalmente agrietadas, es el símbolo de la condición de una provincia necesitada de proteger contra viento y marea su recurso hídrico.

Se espera que la situación mejore cuando el Gobierno provincial instale 180.000 medidores domiciliarios en el Gran Mendoza (en total hay 245.000 usuarios) y de esa forma se proceda a optimizar integralmente la red de agua potable de esa área y se actúe desde la empresa provincial con más eficacia a la detección de pérdidas y conexiones clandestinas. Agua y Saneamiento Mendoza (Aysam) estima que se pierde casi la mitad del agua potable que se inyecta en la red.

Hay otros números que sorprenden. De los 7 m3 por segundo con los que se alimenta la red, el 50% de ese total no se está entregando, se pierde en la red, por pérdidas de la red o por conexiones ilegales.

Insistimos en que hay cuestiones de  base que complican el panorama del agua en nuestro territorio, como la clandestinidad, las fugas del líquido en el sistema, el derroche provocado y otros factores, por lo cual se hace imprescindible la toma de conciencia en el hogar. La escuela también puede hacer mucho en este sentido preparando a sus alumnos en la disciplina de velar por este elemento y de esa formar niños con una clara identificación en el control del agua y en evitar su desperdicio.

En ese sentido es un desafío promover conductas para que en un determinado lapso de tiempo, el consumo doméstico que en la actualidad se encuentra en 400 litros por persona, baje a 200 o 250 litros, que es una meta que con responsabilidad y solidaridad se puede conseguir.

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