La edición XLIII de la Vuelta de Mendoza quedará en la historia. Por la consagración de Dotti al ser el primer ciclista en conquistar cuatro coronas de la “Más Argentina de Las Vueltas”. Porque de las últimas diez ediciones, ha sido la más convocante.
Con gran convocatoria en etapas como las del Manzano Histórico, Junín, Cristo Redentor, Las Heras, San Carlos o Ciudad. La Vuelta recobró popularidad. Eso sí, otra vez mostró flaquezas en la organización. Comisarios que casi nunca llegaron a horario (no todos), cambios de horarios y recorridos y errores garrafales como en Alvear donde acortaron el trayecto y eliminaron una meta sprinter, tiran abajo el prestigio de la competencia.
Esas manchas terminan prevaleciendo, lamentablemente, sobre lo positivo que entrega la ronda mendocina. Debe haber cambios profundos que de una buena vez levanten la imagen de una competencia que llegó a ser la número uno del país. No hace falta que tenga puntaje UCI ni se incremente notablemente su presupuesto.
Falta que únicamente sea transparente, limpia, seria y por sobre todas las cosas que la dirigencia del ciclismo mendocino haga autocrítica y no se escude en banales excusas para ocultar errores propios. Sólo así mejoraremos el nivel. Capital humano sobra, sólo hay que dejarlo que se acerque y dejarse ayudar.