"Algo de tranquilidad tengo, pero debo seguir. Ahora vamos a la Corte de la Provincia y, si es necesario, iremos a la Corte Nacional y a la Interamericana. Haremos todo lo posible". Estas frases corresponden a Susana, la madre de Julieta González (21), asesinada en 2016 y cuyo juicio terminó el miércoles con la sorpresiva condena de 18 años para Andrés Di Césare.
Y allí está Susana, mezclada entre ese grupo incansable de "Ni Una Menos" que, ni bien conoció la pena, decidió manifestarse y reiterar los pedidos de justicia. Por su entereza, Susana parece una más pero su dolor es único.
Y aunque ya pasaron tres años del asesinato de su hija, el fallo de la Justicia no le permitió pasar a la otra etapa del duelo.
"El dolor como mamá es eterno, irreproducible. Igual tengo las fuerzas para seguir adelante por Julieta y por tantas otras chicas muertas, que en algunos casos ni siquiera han encontrado los cuerpos ni a los responsables", comentó ayer Susana en la intersección de San Martín y Garibaldi, a punto de comenzar el acto en repudio al veredicto de los jueces Jorge Coussirat, Mauricio Juan y María Alejandra Ratto.
“No quiero la perpetua por una cuestión de años, sino para que quede claro que fue un femicidio. Creo que eso lo saben todos; un homicidio simple no fue”, agregó la mujer.
-¿Qué relación tenía su hija con Andrés?
-Nosotros conocíamos a su familia desde hace mucho. Ellos vivieron hasta los 8 años de Andrés a 20 metros de mi casa en Maipú. Julieta y él eran amigos de chicos y en 2015 se reencuentran y empiezan una relación.
-Como mamá, ¿qué siente que pasó entre ellos para este final trágico?
-Andrés tenía otra relación además de la que tenía con mi hija. En un momento ella creyó que estaba embarazada y fue al ginecólogo a pedir turno. No le mintió, estaba descompuesta y quizás tenía un atraso. Todo esto generó enojo en él. Era muy celoso.
Le preguntaba todo el tiempo dónde estaba, cómo estaba vestida, con quién había hablado. Muy obsesivo.
-¿Con la familia Di Césare habló alguna vez durante estos años?
-Sólo el día que a él lo imputaron me llamó su papá y me preguntó cómo podíamos arreglar. Sus padres fueron padrinos de uno de mis hijos y el día del velorio de Julieta fueron los primeros en darme el pésame. Imagínense si nos conocíamos.
Acompañamiento
"Ellos tienen familiares políticos y mucho dinero. Ese era mi miedo: cómo podía terminar esto con esas influencias. Pero no voy a parar, voy a seguir hasta donde sea y me siento acompañada por mi gente y por estas chicas de Ni Una Menos que hoy se movilizan por Julieta", cierra Susana, que vuelve a mezclarse entre las manifestantes y agarra un cartel con una foto de su hija.
La convocatoria terminó frente a la Legislatura con un petitorio que Susana González le entregó a la senadora Fernanda Lacoste pidiendo la rápida implementación de la Ley Micaela, que ordena la capacitación en género para todos los integrantes de los tres poderes del Estado.
Al lado de Susana están sus otros dos hijos, a quienes podrá disfrutar ya que recientemente se ha jubilado, luego de 30 años de servicio como policía. Su vida sigue, pero con varias batallas judiciales todavía por dar en memoria de Julieta.