La “maldición” de los gobernadores de Mendoza - Por Leonardo Oliva

Como no existe la reelección, Mendoza es la provincia que desde 1983 ha elegido más gobernadores.

La “maldición” de los gobernadores de Mendoza - Por Leonardo Oliva
La “maldición” de los gobernadores de Mendoza - Por Leonardo Oliva

Dentro de un año, Mendoza tendrá un nuevo gobernador elegido en las urnas listo para asumir sus funciones. Será el décimo mandatario desde que volvió la democracia hace 35 años. Diez nombres distintos en diez elecciones, un ejemplo de la institucionalidad mendocina que tanto se valora (y poco se imita) en el resto del país.

La “ínsula cuyana” de la que hablaba el General San Martín sigue siendo un caso único en la Argentina: es la provincia que desde 1983 ha sentado más apellidos diferentes en el sillón del Gobernador. Fueron 9 en total, de Santiago Llaver a Alfredo Cornejo.

Ninguna otra ha tenido tanta alternancia de mandatarios votados por la ciudadanía; como máximo algunas llegan a 7 gobernadores distintos: Buenos Aires, Santa Fe, Tucumán, Chaco, Chubut, Entre Ríos y Corrientes. Y el contraste con feudos como San Luis y Formosa, que han tenido solo 3 mandatarios en 35 años, es notorio.

Esta saludable institucionalidad de nuestra provincia se basa, antes que nada, en que la reelección del gobernador está prohibida por la Constitución. Pero esto no es un obstáculo para repetir mandato ya que nada impide que sea en forma alternada, es decir en períodos no consecutivos. Sin embargo, ningún gobernador pudo tener una segunda vez desde 1983: han debido resignarse a no volver al cargo, como si una “maldición” se hubiera posado sobre el sillón de San Martín.

El propio Cornejo se lo reconoció a Los Andes en la entrevista publicada el pasado 14 de octubre: "Ninguno ha podido...", respondió cuando se lo consultó si pensaba en volver al Gobierno en 2023, ya que no puede postularse el año que viene.
Tanto él como sus antecesores, sabedores de la prohibición, supieron morder la manzana de la reelección coqueteando con la idea de una reforma constitucional.

Algunos de manera formal, otros tanteando el clima político. Pero todos, radicales y peronistas, fracasaron.

Primero fue Llaver, que después de haber logrado cambiar la forma de elección del gobernador (por voto directo), en 1987 impulsó una reforma amplia que llegó a aprobar la Legislatura. El proceso lo heredó su suceso, José Octavio Bordón, quien se entusiasmó con un llamado a convencionales constituyentes pero lo frenó el fallo de Aída Kemelmajer (1989) sobre la mayoría de sufragios que hacen falta en un referéndum para cambiar la Constitución.

A quien le siguió en el cargo, Rodolfo Gabrielli, se lo impidió su propio partido, el PJ, que prefirió darle acceso a Arturo Lafalla (el vice de Bordón) a la Casa de Gobierno.

Puede decirse que este último ha sido el único de los últimos gobernadores que no intentó la reelección vía una reforma constitucional. Porque después, Roberto Iglesias fue el que más lejos llegó en la misión: hizo un plebiscito en 2001 donde ganó el 'Sí', pero el cerrojo judicial de Kemelmajer (se necesita la mitad más uno del padrón y no del electorado para cambiar la Constitución) volvió a frenar todo.
Iglesias, haciendo honor a su apodo de "Mula", también fue el que más insistió para volver a ser gobernador: se postuló en 2007 y 2011, pero perdió en las urnas en ambas ocasiones (la maldición...).

Acá hay que hacer una aclaración: hoy son varios en el peronismo los que postulan al ‘Rolo’ Gabrielli para 2019. Incluso hasta hay encuestadores que lo están midiendo, por lo que podría ser el segundo ex gobernador en intentar el “regreso imposible”.

Pero volvamos a la cronología. Después de Iglesias, Julio Cobos se jugó en 2006 la carta de la reforma constitucional con reelección para el gobernador (asegurando que él se excluía); y lo mismo hicieron Celso Jaque en 2009 y Francisco Pérez en 2012. Pero la maldición se hizo presente en los tres casos.

Cornejo, el actual gobernador, no quiso ser menos e hizo varios intentos, sin embargo siempre chocaron con el ‘no’ opositor. Y aunque nada indica que se haya resignado, parece que no le alcanzará el tiempo para lograrlo.

¿Volverá en 2023 para romper la maldición? Es pronto para saberlo. Pero tal vez se entusiasme mirándose en el espejo de Santa Fe, la otra provincia que aún tiene vedada la reelección del gobernador en el país. Y donde pese a eso sí se ha repetido, de manera alternada, el apellido del primer mandatario desde 1983: Reutemann y Obeid gobernaron dos veces cada uno, alternándose en el poder entre 1991 y 2003.

Pero por ahora, en Mendoza el límite de 4 años de una persona a cargo del Gobierno parece inamovible. Como el récord de Pedro Molina, el gobernador que más tiempo ocupó el sillón sanmartiniano: 8 años en 3 períodos entre 1822 y 1840. Allá lejos y hace tiempo, cuando parece que no había una maldición.

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