La lucha contra los incendios en campos

La desidia e irresponsabilidad también cooperaron para que se desencadenaran incendios que no debieron producirse.

La lucha contra los incendios en campos
La lucha contra los incendios en campos

Los devastadores efectos del viento Zonda de la semana pasada produjeron una víctima fatal, incendios de campos y de forestales, mortandad de animales, caída de árboles, cables y postes de luz, entre otros daños que alcanzaron valores millonarios al ser mensurados.

Lo peor, como hemos señalado, fue la muerte de una vecina del oeste de Godoy Cruz.

Los registros fotográficos que el fenómeno produjo en distintas zonas del Gran Mendoza y en las áreas de Las Vegas, en el valle de Potrerillos o en La Carrera (límite de Luján con Tupungato), son impactantes, demoledoras, escenas de destrucción total y muy fuertes por la mortandad de ganado vacuno y caballar, animales de granja y las simples mascotas que abundan en cualquier propiedad campestre.

Un factor de devastación muy grave, con prescindencia de la violencia de las ráfagas que por momentos llegaron a los 90 km/h y arrasaron con diversos tipos de estructuras, lo constituyeron los incontables incendios que se desarrollaron en diferentes escenarios, obligando a las brigadas de combate a ingentes esfuerzos para controlarlos.

En esta columna queremos referirnos particularmente al fuego porque no desconocemos que varios focos pueden haberse desarrollado en forma accidental o espontánea por el viento, pero también es verdad que no pocos siniestros tuvieron origen en conductas desaprensivas e irresponsables.

Es la misma situación que produjo destrucción y daños incalculables en el sur provincial (San Rafael y General Alvear, 6.000 hectáreas) o en los alrededores del cerro Arco, donde la rica biodiversidad de la zona fue arrasada por las llamas en setiembre del año pasado.

Entonces, y reconociendo que fenómenos en cierta manera inmanejables o de difícil control, como el viento Zonda,  son propicios para el estallido de las llamas, los peritos del Plan Provincial del Manejo del Fuego (PPMF) establecieron que gran parte del desastre ocurrido días pasados se debió a la propagación de incendios, algunos de los cuales tuvieron origen en la reiterada negligencia o inconsciencia de algunos ciudadanos que causan estragos con sus maliciosos procederes.

El responsable de ese plan provincial, una persona sumamente dedicada como es Guillermo Ferraris, señalaba que la temporada invernal se había iniciado con una cantidad de incendios bastante considerable. El especialista asociaba esa situación a las quemas no autorizadas de campos, realizadas por gente que elimina de esa manera las pasturas desechables o los residuos de campos que luego serán cultivados, lo que es muy habitual en toda la zona mendocina bajo riego, pese a estar prohibido.

Y si bien esa práctica agraria es perniciosa y está reprimida por la ley provincial 6.099, y se sanciona a los infractores con fuertes multas, no se consigue extinguirla de las tareas habituales en la producción agropecuaria.

El otro factor de peligro es la recreación irresponsable que desarrollan algunos grupos de personas que salen al campo para disfrutar de un día al aire libre, y no cumplen con una elemental ecuación tras encender fuego para cocinar un asado u otra comida: eliminar todo vestigio de brasas tras la combustión.

Esto fue lo que ocurrió en el cerro Arco y desencadenó una enorme destrucción entre la flora y fauna en ese punto del piedemonte.

De una vez por todas hay que intentar arribar a un acuerdo con los propietarios de campos para desterrar la práctica de quema de pasturas.

Por otro lado, se debe insistir en el cuidado que deben tener quienes salen al terreno por esparcimiento, procurando siempre si se utilizan fuego, de no dejar restos o brasas encendidos.

Es un procedimiento tan sencillo que parece mentira que por no cumplirlo se pongan en peligro vidas humanas y se causen daños materiales de gran proporción.

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