El Gobierno nacional ha anticipado que enviará una suma importante de dinero para hacer frente a la lucha contra la polilla de la vid. Es una decisión fundamental en razón de que gran parte de la producción de este año que se ha perdido -la cosecha final en Mendoza no llegaría a los 10 millones de quintales- tiene como motivo principal el daño producido por la lobesia que, al romper el grano, aceleró el fenómeno de pudrición, en un verano húmedo como el que atravesamos como consecuencia de la Corriente del Niño. Pero es necesario trabajar a futuro y encarar una lucha que llevará su tiempo, en razón de que se utilizará el mismo método, el de la confusión sexual, que se implementa para controlar la mosca del Mediterráneo.
La polilla de la vid es una plaga que afecta a gran cantidad de viñedos. De acuerdo con lo afirmado por los enólogos, no tiene incidencia sobre la calidad de los caldos pero sí sobre la producción, provocando importantes daños. Ingresó a Chile a través de las máquinas cosechadoras traídas desde Europa por encontrarnos en contra estación y desde el vecino país hacia la Argentina, aun a pesar de las advertencias que, sobre el tema, formuló el Servicio Agrícola Ganadero chileno.
Los primeros ejemplares de la polilla fueron encontrados en una finca de Maipú y de inmediato se conformó un cordón sanitario para evitar que se extendiera al resto de la provincia. No se permitía el traslado de uva de un departamento a otro pero, por errores en los controles y, en la gran mayoría de los casos por la propia desidia de los productores, se extendió al resto de la provincia.
Según una nota publicada recientemente por Los Andes, de acuerdo con los datos aportados por el Iscamen y el Senasa, se encuentran afectadas aproximadamente 130 mil hectáreas, más de la mitad de la superficie implantada en Mendoza y San Juan. El tema ha generado fuertes discusiones, ya que, según han señalado algunos dirigentes de entidades vitivinícolas, desde los organismos de control se habría anticipado a algunos productores que podrían ser multados en caso de no realizar las tareas de desinfección necesarias, siendo que el ingreso de la plaga no fue culpa de los productores sino de los propios organismos de control.
Además, según indicaron profesionales en el tema, el costo de las feromonas para combatir la lobesia llega a los 3.200 pesos por hectárea que, sumados a otros agroquímicos que deben utilizar en los viñedos, en algunos casos significan costos imposibles de afrontar para los pequeños productores o para quienes no cuentan con espalda financiera suficiente para hacer frente a las inversiones. Estos aspectos se profundizan en algunos años, como los cuatro anteriores, por ejemplo, en que la uva y el vino tuvieron valores muy bajos.
En relación con el dinero que hace falta para combatir el flagelo, desde algunas entidades se ha señalado que se podría usar el remanente de 10 millones de pesos que no se utilizó para la compra de vinos, pero el propio subsecretario de Agricultura y Ganadería de la provincia señaló que ese “resto” no puede ser usado para ese fin, razón por la cual sólo se podrán destinar los 60 millones de pesos que ya ha comprometido la Nación directamente para la lucha contra la polilla.
De todos modos, se trata de una cifra escasa, ya que se considera que para una lucha fuerte y concreta hacen falta aproximadamente 300 millones de pesos. El funcionario provincial anticipó que durante el desayuno de la Coviar el ministro de Agricultura de la Nación se comprometió a hacer llegar la ayuda necesaria y es de esperar que ello se concrete, por lo menos para evitar que la plaga siga extendiéndose.
