Todo indica que la campaña implementada para combatir la polilla de la vid está dando buenos resultados. Debería recordarse en este aspecto que uno de los motivos (quizás el mínimo, pero motivo al fin) de la caída en la producción de las dos vendimias pasadas consistió precisamente en los daños provocados por la lobesia botrana, lo que llevó a un doble efecto para la lucha: por un lado, el Gobierno; por el otro, el propio productor.
Con la polilla casi controlada, llega el momento de continuar avanzando en la lucha contra la Mosca del Mediterráneo, que en los hechos demostró que es mucho más compleja, dada la cantidad de años que lleva realizándose y aún no ha logrado ser definitivamente controlada.
Si nos atenemos a lo que sucede en el esquema general, deberíamos partir indicando que la gente va tomando conciencia sobre los daños que generan algunas plagas en los cultivos. Deberíamos destacar que uno de los motivos por los cuales la polilla de la vid se propagó a toda la provincia fue porque muchos productores no cumplieron con las recomendaciones surgidas de parte de los organismos específicos.
Se planteó que no hubiera circulación de uvas entre zonas, pero no se tuvo en cuenta que los camiones que transportaban el vino o las maquinarias utilizadas para el cultivo no recibieron las curaciones necesarias. Cuando el daño resultó considerable, todos los actores decidieron sumar su cuota parte (tanto los organismos especializados como los propios productores) y los resultados están a la vista.
Respecto de la Mosca de los Frutos, el combate de la plaga es más complejo. Se ha implementado la modalidad de confusión sexual, a través de la siembra de machos esterilizados y en algunos sectores se han logrado resultados excelentes. En ese marco, sólo cabe recordar que el Valle de Uco y el Sur han sido considerados zonas libres de plaga, razón por la cual surge la necesidad de mantener y hasta profundizar, de ser necesario, los controles que el Iscamen realiza en la zona de Zapata, en Tunuyán; en Ñacuñán, Santa Rosa y en los cerrillos de Tupungato. También resulta valedero el hecho de que exista una meticulosa revisión en el control ubicado en Desaguadero y otro tanto sucede con el que se encuentra en Lavalle.
Aspectos a los que debe sumarse el hecho de que San Juan también se encuentra realizando un operativo de control de plagas en sus "fronteras", por lo cual Mendoza tiene un doble reaseguro.
A todo esto le debemos agregar la información suministrada por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), que se encuentra monitoreando un millón de hectáreas en todo el país, en el marco de un programa nacional de erradicación de la Mosca de los Frutos y que se está desarrollando en la región Patagónica, Mendoza, San Juan y el Noreste, donde se producen 5,5 millones de toneladas de frutos al año.
En el caso específico de Mendoza, cabe señalar que el oasis Norte ha logrado recientemente la calificación de "Área de escasa prevalencia de la plaga", lo que determina que la misma está presente pero por debajo del daño económico.
Hasta el momento los resultados han sido positivos, indicando el organismo que 330 mil toneladas de peras y manzanas fueron exportadas desde el Área Libre de Patagonia y 3.500 toneladas de uva desde áreas comprendidas en el programa. En 2017 se liberaron 380 millones de insectos estériles por semana.
La plaga de la Mosca de los Frutos es considerada una de las de mayor importancia para la producción frutihortícola en el país, debido a los daños que produce en la fruta y las mermas económicas asociadas.
Según el Senasa, la tarea que se está desarrollando amplía las posibilidades de exportar sin tratamientos cuarentenarios y la apertura de mercados internacionales. Corresponde a los productores y a la población en general aportar lo que se encuentre a su alcance para sumarse a la lucha.
