Hace unas semanas presentábamos un hecho inédito en la literatura argentina: cuatro escritoras habían recibido en una misma semana sendos premios internacionales, proyectando así nuestras letras al podio no solo de la literatura en español, sino mundial.
Eran Mariana Enríquez (Premio Herralde de Novela, de Anagrama), Selva Almada (First Book del Festival del Libro de Edimburgo, Escocia), María Gainza (Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2019 que otorga la Universidad Autónoma de México) y Leila Guerriero (Manuel Vázquez Montalbán, distinción del Colegio de Periodistas de Cataluña).
Si hubiera que medir qué pasa actualmente en la literatura argentina, ellas serían el termómetro. Y si hubiera que armarse de unas lecturas para estas vacaciones, habría que empezar por ellas.
Pero no solo ellas, en realidad: Jorge Carrión, el crítico literario y periodista cultural español, escribió en su última columna para The New York Times que fueron, sí, las mujeres quienes escribieron los mejores libros de este año. Pero la tendencia no es argentina, sino mundial, y va de la mano del Ni Una Menos y otras luchas por la igualdad.
La literatura femenina (que puede ser o no feminista) pasó mucho tiempo desapercibida, pero en los últimos años salió del cajón. Al boom se suman también "reivindicaciones" literarias, como las reediciones de las obras de Hebe Uhart, de Aurora Venturini y Sara Gallardo, entre muchas otras.
“Aunque pertenezcan a países, tendencias o géneros distintos, comparten un lenguaje de alta intensidad, con carga tanto poética como política, y el interés por las relaciones corporales y familiares, casi siempre atravesadas por la violencia”, escribió Carrión sobre este magma (ya no más subterráneo) que está convulsionando la literatura contemporánea.
Son libros que, como "La compañía" de Verónica Gerber Bicecci y "Seguir con el problema" de Donna J. Haraway, recurren a la "hibridación de lenguajes, a la síntesis entre campos distintos del saber y a estrategias de la ficción especulativa para llegar al núcleo más creativo de nuestra época, el que ignora todas las fronteras", escribió el español.
En su lista hay tres breves primeras novelas: "Cometierra", de la argentina Dolores Reyes; "Nuestra piel muerta", de la ecuatoriana Natalia García Freire y "Casas vacías", de la mexicana Brenda Navarro, que se ven unidas por la temática de la muerte, los lazos familiares y la desaparición forzada.
También está en su lista la recién llegada al país "Nuestra parte de noche" (Anagrama, $1250), de Enríquez, con la que ganó el Herralde. Es una novela bastante extensa, en la que un padre y un hijo recorren las rutas argentinas en tiempos de la última Dictadura.
En esa línea política también va "Desierto sonoro" (Sigilo, $940), de Valeria Luiselli, una joven escritora mexicana que no fue muy leída acá cuando publicó su primera y maravillosa novela breve, "Los ingrávidos". Con su compleja estructura narrativa, heredera de Rulfo sin dudas, fue elevada como la gran promesa de la literatura en español. Aunque ahora, con este tercer libro, rompe las fronteras, pues su título original es "Lost Children Archive".
Al lado de estas escritoras, está la literatura más disidente. Voces que han pasado a tomar el lugar de la vanguardia, la provocación y lo heterodoxo. Rol que solían ocupar escritores como Michel Houellebecq (su "Serotonina" fue apaleada por la crítica este año) ahora lo asumen por ejemplo la activista y filósofa queer Paul B. Preciado, las periodistas feministas (María Moreno con "Panfleto" o Luciana Peker con "Putita golosa") o la actriz trans cordobesa Camila Sosa Villada, con su apasionante autoficción "Las malas" (Tusquets, $965).
Un Nobel desprestigiado
El acontecimiento literario de todos los años suele ser el Nobel de Literatura, pero este año fue bastante golpeado. Recordemos que el año pasado no se entregó en este rubro, luego de un escándalo desatado por denuncias de abusos sexuales. Esto motivó renuncias y consecuentes reestructuraciones dentro de la Academia Sueca, que este año lo otorgó, claro, y por partida doble.
Fueron para la polaca Olga Tokarczuk (2018) y para Peter Handke (2019), a quien destacaron "por un trabajo influyente que con ingenio lingüístico ha explorado la periferia y la especificidad de la experiencia humana", según el fallo.
Sin embargo, al margen de los méritos literarios de la obra de Handke -de 77 años- el premio revivió las polémicas que rodearon al escritor a partir de los años noventa por su defensa de los serbios durante las guerras de los Balcanes y del presidente serbio Slobodan Milosevic (1941-2006), quien falleció cuando era juzgado por crímenes de guerra, y a cuyo funeral asistió.
La concesión del Nobel a Handke despertó los elogios desde Serbia, mientras que las críticas arreciaron desde Bosnia, Kosovo y Croacia, que lo acusan de negar el genocidio de Srebrenica (1995) y víctimas de ese episodio realizaron protestas en Estocolmo el día 10, cuando se entregaron los premios. Así, una ceremonia empañada y una oportunidad perdida para demostrar que, después del temblor, la Academia Sueca había cambiado.
La otra lista
El cierre de la segunda década del siglo XXI también motivó en muchos medios exhaustivas listas de cuáles serían los mejores libros en lo que va de él. La más difundida fue la que hizo El País de España, diseñada por 84 expertos, quienes acordaron en que "2666", la meganovela de Roberto Bolaño, es el más relevante.
Para ver a un argentino en la lista hay que ir hasta el octavo lugar, donde está "Borges", la recopilación póstuma de los cuadernos íntimos de Adolfo Bioy Casares (1914-1999).
Son cerca de veinte mil las páginas originales, que terminaron condensadas en este libro hoy descatalogado (aunque rastreable). Quienes sientan debilidad por las brillantes ocurrencias, los chistes maliciosos y hasta las polémicas opiniones del genial escritor degustarán con placer cada párrafo del libro.
En el puesto 22 está "La grande" (Seix Barral, $800), la última novela de Juan José Saer.
Tramada como colofón de una obra que incluye una veintena de novelas, recopila una galería de personajes entrañables que, con cierto sabor proustiano, se erigen en el tiempo del recuerdo.
La sorpresa es el puesto número 31, que ocupa "El nervio óptico" de María Gainza, una joven argentina crítica de arte que con este libro saltó del casi anonimato al reconocimiento internacional sin escalas. Al punto de ser la primera mujer argentina de esta lista, seguida en el puesto 32 por los diarios de Emilio Renzi (es decir, de Ricardo Piglia). "El nervio óptico" (Anagrama, $650) es un libro inclasificable, que ondula entre el ensayo y la autoficción y el cuento y la novela: Gainza ya es imprescindible y por el formato de este libro (brevedad y actualidad) puede ser una lectura perfecta para pasar el verano. Su segunda novela, "La luz negra", aunque mantiene la sofisticación narrativa, no iguala la espontaneidad de la primera.