La plaza 9 de julio es el corazón de la ciudad de Salta, con tanto edificio de corte colonial que habla de un pasado que por aquí es cotidiano. La vuelta del perro en la urbe fundada por Hernando de Lerma en 1582 lleva necesariamente al Cabildo a uno de los lados. Es bellísimo, está muy bien cuidado y todos los días se realizan visitas guiadas. Enfrente exactamente, atrevesando la plaza, la Catedral Basílica, arriba el oro de los techos y columnas, abajo el Panteón de las Glorias del Norte, donde descansan los restos del caudillo Martín Güemes.
En dirección Este, el Museo de Antropología y Arqueología de Alta Montaña donde se encuentran las momias de Los Niños del Llullaillaco, una de las visitas que nadie puede dejar de hacer, más aún teniendo en cuenta la reciente designación del Camino del Inca,el Qhapaq Ñan, sistema vial andino que llega hasta Mendoza, como Patrimonio de la Humanidad. En el museo existe un área destinada específicamente a ese trazado con todas las investigaciones que llevaron a la declaración patrimonial.
En cuanto a los pequeños incas hallados en el volcán Llullaillaco, a 6.730 m. de altura, en 1999, las diversas sales explican cómo se realizó el hallazgo y se pueden ver a los niños uno por vez, y conocer los métodos de conservación que los mantienen intactos hasta hoy. Pero además toda la cosmovisión inca a través de los objetos del ajuar de los chicos rescatadas de lo que se considera el centro de ceremonia más alto del Tawantinsuyu .
Siguiendo camino por la ciudad, y si quiere ver más templos y más recuerdos históricos la Iglesia de La Merced cuyas campanas fueron confeccionadas con los cañones de la independencia. Otro edificio conmovedor es el de la Iglesia y Convento de San Francisco, y aquí un dato extra, si va a llevar souvenirs a casa, en la casa parroquial venden obsequios y alfajores.
Otro dato relevante para compras de productos típicos es el Mercado Artesanal situado a 20 km del centro, en una bella casona del siglo XVII con amplios jardines. Allí lo mejor de las manos locales en plata, alpaca, tejidos y cueros, entre otros.
Algo que también habla de tradiciones es la gastronomía salteña, en la que las empanadas destacan especialmente. La casa de la empanada en plena cuadrícula del micro centro, el mejor lugar para degustarlas. Pero también los cabritos asados o en cazuela, los tamales y las humitas, el pastel de choclo y todo maridado con los vinos de Cafayate y el folklore de los Chalchaleros, el Cuchi Leguizamón, Jaime Dávalos y más reciente Los Nocheros, Jorge Rojas y Los Huayras.
Porque acá el poncho no se revolea solo para las fiestas patrias de los colegios, cada día la celebración a la idiosincrasia argentina, el reconocimiento del gaucho y de la música popular la encontrará en las plazas, en los restaurantes y en las encendidas peñas que por las noches se saben cuando arrancan, jamás cuando terminan. Las Peñas de la calle Balcarce, las más tradicionales.
