“Yo simplemente, vine a nutrirme de asombro. En mi niñez recuerdo me anegaba lo bello como un agua sencilla… Jugábamos al río con el canal crecido, robábamos duraznos de corazón dorado, hacíamos fogatas altas como nosotros y esperábamos siempre que sucediera algo”, nos decía don Armando. (Memoria de Grillo en “Profeta en su tierra”, Armando Tejada Gómez)
Cómo olvidar la sensación de caminar en la arena cuando se cortaba el agua y salía a buscar espárragos imitando el silbido de los pájaros con un hinojo en la boca.
De hecho, lo sigo haciendo y llevo a mi hija Mercedes, a la que he convencido de que si va callada, los escuchará, porque en la siesta por las acequias los duendes andan cantando tonadas.
¿Por qué crees que salgo a pescar botellas al canal?
Simplemente porque no quiero que la magia se pierda.
Ser un ciudadano antiplástico es solamente tomar conciencia de nosotros mismos y que a cada instante podemos hacer algo para que otro despierte.
No se trata de levantar lo que otro tira, se trata de limpiarnos porque algo del otro está en vos. Alguna vez, estuviste dormido y tiraste, y ahora solamente despertaste, lo que no te da derecho a juzgar a los demás porque ambos sabemos que no estás despierto del todo.
No me preguntes por qué lo hago, mejor pregunta por qué no lo estás haciendo. El planeta es como lo vez en tu interior. El verdadero mundo está en tu interior.
Qué tal si dejas de llenarlo de bolsas y botellas de plástico? Qué tal si empiezas a limpiarlo y dejas que tu magia fluya?
Espero que entiendas que cuando andamos andando el agua y la tierra, andamos cuidándonos y cuidando lo que vamos a dejar a quienes vengan después de nosotros a inmortalizarnos.