No habría comunidades organizadas sin leyes. Las leyes existen para dar a los jueces maneras de impartir justicia. Atienden, las leyes, la idiosincrasia de los pueblos, su forma de ser, su cultura y sus costumbres; por lo tanto pueden ser muy distintas en distintos países.
Por lo tanto no son iguales las leyes en países disímiles: no son iguales las leyes de la Argentina que las de Afganistán, por ejemplo.
Sin embargo, hay leyes que son universales, aunque no atraviesan el fragoso campo de la política sino de las ciencias: como la Ley de la gravedad, por ejemplo.
Pero las leyes están para decir: aquí estamos, esto somos y si querés ser uno más tenés que respetarlas.
Son las leyes las que dan impulso a un país (a una república); todo parte de ellas. El Poder Legislativo es quien las dicta y los otros poderes están para servirlas: el Ejecutivo, para hacerlas funcionar; y el Judicial, para sancionar a quien no las cumple.
Claro que no siempre es así. Hay leyes que nunca entran en funcionamiento, otras a las que se las pasa por partes pudendas de la anatomía de una Nación, y otras que están, no se respetan, y nadie castiga a los infractores.
De un buen funcionamiento de las leyes se nutre el buen funcionamiento de un país. A los grandes países los hacen las buenas leyes. Una organización ilegal imperfecta promueve el caos, el desorden y lo que es peor de todo impulsa a una falsa justicia.
Como todas las cosas serias que existen en un país también las leyes han sido interpretadas o definidas de maneras graciosas. Vamos con algunas de esas definiciones:
No a la ley seca cuando hay elecciones; ya hemos votado sobrios y miren cómo nos ha ido.
Lo que hoy no se valora, en el futuro se lamenta.
Triste la época nuestra. Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.
Muchas veces las leyes son como las telarañas: los insectos pequeños se quedan prendidos, los grandes las rompen.
En tiempos de corrupción es cuando más leyes se hacen.
También están las leyes no escritas pero reales que son las que dictan sentencia en cuestiones cotidianas, menores, minúsculas, pero no menos importantes. Murphy fue un especialista en ellas y podemos rescatar algunas de sus mejores.
“Cuando necesites abrir una puerta con la única mano libre, la llave estará en el bolsillo opuesto”.
“Cuando tengas las manos embadurnadas de grasa te comenzara a picar la nariz”.
“Da igual por donde abras la caja de un medicamento. Siempre te molestará el prospecto”. (Principio de Aspirino).
“Cuando tras años de haber guardado una cosa sin usarla, decides tirarla, no pasará más de una semana cuando la necesites”.
“Cuando las cosas parecen ir mejor, has pasado algo por alto”.
“Si mantienes la calma cuando todos pierden la cabeza, sin duda es que no has captado el problema”.
“Llegarás al teléfono justo a tiempo para oír cómo cuelgan”.
“Si durante todo el día has esperado recibir una llamada, ésta sonará cuando estés en la ducha”. (Primer principio de invocación).
“Si sólo hay dos programas de televisión que valgan la pena ver, serán a la misma hora”.
“Robar las ideas de una persona es plagio; robar las de muchas, es investigación”.
“El que ronca más fuerte es el primero que se duerme.
“Da igual lo terrible o rara que haya sido tu enfermedad, siempre habrá alguien que haya sufrido una peor y más rara”.
El domingo vamos a elegir a los legisladores que tendrán a su cargo redactar las futuras leyes de nuestro país. En función de lo dicho ojalá que los elegidos hagan leyes a la medida de todos, ni mejores, ni peores, sino como realmente somos.
Ojalá que con su acción nos ayuden a ser mejores. Una ley es un aliciente de vida. Más vida, señores, más vida.
