Hemos sido testigos de un hecho histórico. Luego de más de 20 años de negociaciones, se celebró el Acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, gracias a la constancia, a la voluntad y a la creatividad de quienes no perdieron la convicción de seguir apostando por los espacios de integración.
El Mercado Común del Sur, o Mercosur, es el proceso de integración regional que tuvo origen con la firma del Tratado de Asunción en 1991. Conformado inicialmente por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, se sumaron Venezuela (hoy suspendida por "ruptura del orden democrático") y Bolivia (en proceso de adhesión). Estos Estados se unieron para avanzar en conjunto por el bienestar de sus pueblos. Con el paso del tiempo, el bloque ha avanzado en diversas áreas como educación, salud, cultura, trabajo, residencia, entre otras, con el objetivo de profundizar aún más la integración entre sus ciudadanos.
Desde su creación, ha atravesado diferentes ciclos de paralización y relanzamiento, sin alcanzar cambios sustanciales en su funcionamiento o en su marco regulatorio. Sin embargo, hoy parece que el Mercosur se enfrenta a nuevas posibilidades de crecimiento, en particular sobre aspectos centrales que hacen a su existencia como unión aduanera y zona de libre comercio: el arancel externo común (AEC), las negociaciones externas y la libre circulación intrazona.
El acuerdo recientemente celebrado con la UE asegura los principales objetivos propuestos por los Estados del Mercosur. Ello porque mejora las condiciones de acceso en bienes y servicios para nuestras exportaciones, a la vez que admite un tiempo de transición para la apertura comercial de los bienes y servicios europeos; además, resguarda herramientas de desarrollo industrial en temas como propiedad intelectual, compras públicas y defensa comercial.
Por su parte, la UE es una asociación económica y política única en su género, compuesta por 28 estados que abarcan gran parte del continente. Entre sus objetivos se destacan: promover la paz y el bienestar de sus ciudadanos; ofrecer libertad, seguridad y justicia sin fronteras interiores; favorecer un desarrollo sostenible basado en un crecimiento económico equilibrado y en la estabilidad de los precios, una economía de mercado competitiva con pleno empleo y progreso social, y la protección del medio ambiente; combatir la exclusión social y la discriminación. Entre los valores comunes a los estados miembros prevalecen la inclusión, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la no discriminación, formando parte del modo de vida europeo la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el estado de Derecho y los derechos humanos.
Mucho se ha dicho en estos días sobre las ventajas o desventajas de este reciente acuerdo. Sin embargo, no caben dudas que este acuerdo, tal y como señala el profesor Ricardo Arredondo, permite profundizar el vínculo político y económico entre ambos bloques en miras a desarrollar un espacio político estratégico que contribuya, no sólo a la consolidación y profundización de la relación birregional, sino a la conformación de un orden mundial más justo.
Las partes acuerdan cuando, además de alcanzar los porcentajes arancelarios y las cuotas de mercado, empezaron a dialogar sobre la base de principios y valores comunes. De allí que constituye un logro en sí mismo, porque excede a su concreción en el marco económico y comercial.
El acuerdo se presenta, entonces, como una oportunidad para generar crecimiento y empleos para ambas partes; y representa así un ganar-ganar tanto para el Mercosur como para la UE.
Para el Mercosur es un importante acuerdo porque fortalecerá el intercambio con una cuarta parte de la economía global. La UE es el socio comercial y el mayor inversor extranjero del Mercosur. Para nuestro país, en particular, éste implica mayor calidad institucional y mejora para la competitividad de la economía argentina. Se implementará en forma gradual a fin de garantizar un proceso de adecuación de la economía argentina a la competencia internacional. Además, favorece la integración regional, establece beneficios para las pequeñas y medianas empresas y promueve la atracción de inversiones.
Para la UE es relevante porque confirma su vocación aperturista, siendo el mayor acuerdo comercial que haya celebrado. El objetivo propuesto consiste en eliminar barreras y ayudar a las empresas, especialmente a las pequeñas, a exportar más; reforzar los derechos de los trabajadores y garantizar la protección del medio ambiente, alentando a las empresas a actuar de manera responsable y mantener altos estándares de seguridad alimentaria.
Aun cuando en ambos lados hay quienes sostienen que será un logro casi imposible de concretar, no sólo porque las negociaciones se extendieron por varios años y el acuerdo debe ser ratificado por cada uno de los parlamentos de los estados que integran ambos bloques, es un proceso que ya se inició y seguirá avanzando. Seguramente se harán ajustes sobre la marcha, conforme el escenario internacional imperante; pero es un camino que podrá traer consigo beneficios sustanciales como parte de un proceso de integración más inclusivo.