Las prácticas consisten en probar productos, inyectar o suministrar drogas, ser infectados con enfermedades, ser expuestos a distintas temperaturas, someterlos a hambre, sed, ruidos estruendosos, ser electrocutados, envenenados, heridos, sometidos a inhalar gases, quebrar huesos, extirparles distintas partes del cuerpo y órganos, obligarlos a ingerir e introducirles distintas sustancias químicas en sus ojos y piel. Convulsionan, sangran, agonizan, sin ningún tipo de anestesia hasta su muerte.
Para ello se utilizan distintos tipos de prueba, según sea, droga o producto a experimentar o bien testar, entre ellos uno llamado, test de dosis letal, que consiste en observar la cantidad de animales que mueren al ser obligados a consumir determinada sustancia.
El objetivo consiste en observar su reacción, con una determinada medida y tiempo.
Desde el punto de vista legal, la misma Declaración Universal de los Derechos del Animal, en su artículo 8, inciso A, trata el tema como hechos incompatibles con los derechos del animal a cualquier tipo de experimento, ya que "toda experimentación implica sufrimiento psíquico y físico".
Nuestra ley penal 14.346, en su artículo 3, inciso 1, si bien castiga como acto de crueldad la práctica de vivisección con fines que no sean científicamente demostrables, es tan solo una prueba de lo vetusta que ha quedado esta normativa, porque estos tipos que ya han quedado inaplicables por ser demostrablemente inútiles.
Las prácticas antes mencionadas, no se reducen a ello, sino que los humanos explotan a los animales y se los utiliza, para consumo, investigación, diversión, trabajo y experimentación. En nuestro país existe el Comité Institucional para el Cuidado y Uso de Animales de Experimentación (Cicuae o Cicual), que está constituido por "expertos en bienestar animal", avalando a los experimentadores a disminuir el dolor y sufrimiento animal, brindado asesoramiento a los investigadores del INTA, apoyando y promoviendo el uso racional y humanitario de los animales de experimentación.
Este Comité no es obligatorio y a nivel nacional, no está legislada su imposición, ni regulación, a pesar de existir proyectos con la intención de regularla; pese a ello, está implementado en algunas casas de estudio de nuestra provincia.
Desde el punto de vista médico-científico se ha demostrado que la aplicación de distintas drogas afecta de manera diferente a animales y humanos, y entre los animales los afecta de modo disímil en cada una de las distintas especies: anfibios, mamíferos, reptiles, aves y peces.
Pese a ello, no es lo mismo un perro, un gato y un humano, es decir, entre los mismos cuadrúpedos y mayor diferencia aun con los bípedos, se diferencian en sistema muscular, circulatorio, respiratorio, cardiovascular, nervioso. Todo ello con solo observar que cada uno de los medicamentos usados ocasiona efectos adversos o secundarios, entre los humanos.
Los animales no contraen las mismas enfermedades de las personas y por ende sus síntomas son provocados y sus pruebas fallan. Es así como muchos de los medicamentos utilizados en los humanos son mortales ante la ingesta de los animales no humanos.
En marzo de 2013, la Unión Europea prohibió el uso de animales para fines cosméticos, ya que cuentan con el Centro Europeo de Validación de Métodos Alternativos. Sin embargo, las mismas empresas continúan experimentando fuera de la Unión Europea, como por ejemplo China, en donde aún hoy exigen el testeo en animales.
Distintas casas de estudios, como universidades reconocidas de Estados Unidos y laboratorios de Inglaterra, han optado por dejar de lado las prácticas en animales para realizar experimentación con células y tejido humano, o con simuladores mediante técnicas computarizadas, consistentes en realidad virtual, creciendo cada vez más su aplicación a nivel mundial, por ser más económicas, rápidas y precisas.
Tal avance debe continuar en la educación, la concientización, la justicia como nuestra provincia y Entre Ríos, en donde se han considerado a los animales no humanos, sujetos de derecho, teniendo en cuenta que nos encontramos en plena época consumista, de productos, de medicamentos, pieles, indumentaria y cosméticos.
Ray Greek, médico, autor y coautor, escribió: "Utilizar un método tan arcaico como los modelos animales para combatir una enfermedad del siglo 21 es más que bobo, es inmoral".
