¿Quién es el otro? Al decir de la Real Academia Española: "Otro: adj. y s. Dícese de cualquiera persona o cosa distinta de aquella de que se habla. Semejante".
Como vemos ya desde el significado, el término nos lleva a la idea de algo que aparentemente se contrapone, como puede ser "distinto" y a la vez "semejante". A nuestro razonamiento lógico le cuesta comprender e incorporar términos que desde el principio se contradicen.
La pregunta obligada en este momento es ¿a qué viene este tema del "otro", en un espacio de Derecho y en el ámbito del Colegio de Abogados de Mendoza?
La respuesta es justamente un tema en el que la Comisión de Mediación y Métodos Participativos de Resolución de conflictos del Colegio de Abogados y el nuevo paradigma en el que se centra nuestro Derecho actual léase: la colaboración, el acceso a justicia y la protección de los vulnerables trabaja diariamente y vivencia en su práctica, mirar al otro y su conflicto al cual el Derecho desde sus múltiples vías de abordaje tratará de darle solución.
¿Quién es este otro distinto a mí, sentado enfrente mío? ¿Cómo abordar su historia, su conflicto si soy diferente a ese sujeto que me trae su problemática y como pretende que yo lo asista si soy "otro", si soy diferente?
Con el transcurrir de esta columna ustedes podrán analizarse y pensar con cuál de los términos que nuestra lengua define a otro se identifican más, si otro como "diferente" o como "semejante".
En la formación del mediador como sujeto protagonista en la generación de espacios de "construcción de paz" impactan muchos autores, pero a mi criterio uno se destaca por sobre el resto por el grado de entendimiento de nuestra humanidad compleja. Es el pensador chileno Humberto Maturana a quien podemos disfrutar por ser contemporáneo y por la sabiduría de sus conceptos. En su discurrir, él dice acerca del otro que debemos abordarlo como un "legítimo otro"; ¿A qué hace referencia este pensamiento?
Desde mi comprensión significa ver al otro como un espejo, el otro está para mostrarnos nuestra imagen, pensamientos y ambigüedades, para abordar ese otro desde nuestra más legítima comprensión de que en una mediación sólo una mesa separa una historia de otra, lo que varía es el rol que cada uno tiene en la misma, pero yo podría estar perfectamente sentado del otro lado de la mesa.
Esto nos debe instar a tratar con el máximo respeto a ese otro que tengo enfrente, a comprender la profundidad y lo complejo de sus pensamientos, miedos, indecisiones, supuestos y acciones. Ello porque ese otro me debe merecer el máximo respeto en cuanto ser humano que concurre con un conflicto que no puede resolver, a buscar de "otro", una presencia que lo asista y que como espejo le ayude a buscar una opción válida para intentar resolver su problema.
Ni qué hablar si traspolamos este pensamiento a la política en un año electoral como el que transcurrimos, plagado de llamados a elecciones, primarias, definitivas, locales, nacionales, etcétera. ¿Quién es ese que está en el partido de enfrente, o a quien voy a votar, es otro o soy yo sentado del otro lado de la mesa? ¿Es alguien diferente o un semejante a mí?
En ese contexto deberíamos, a mi entender, analizar la política con un respeto supino hacia el que piensa diferente, con un respeto superior al que vivencia la vida de otra forma y por eso no deja de ser un semejante. Ese comportamiento no se observa muchas veces en el ámbito político en que sí se ve al otro como alguien diferente, a quien se debe denostar y con el que nunca da la sensación de que se podrá llegar a un acuerdo. Tampoco es válido a mi entender hablar de "tolerancia", que da la idea de aceptar al otro, pero desde la resistencia de mi pensamiento; quizás sea más productivo hablar de la aceptación respetuosa y legítima de las diferencias.
Entonces a esta altura ya puedo responder si para mí otro es alguien "diferente o semejante".
Si me veo muy diferente difícil será ponerme en sus zapatos y trabajar codo a codo, pensando que lo único que me separa de ese otro ser humano es el rol que hoy me toca ejercer (abogado, mediador, negociador) pero en otra circunstancia de la vida puedo ser yo ese otro que necesita asistencia frente a un conflicto que solo no puedo abordar.
Lo importante de la época que transitamos es entender que todos los ciudadanos de a pie estamos llamados a trabajar por la "cultura de la paz", la cual no debe parecer un imposible aunque para trabajar por ella debo formarme profesionalmente y como ciudadano informarme de los cambios que está transitando nuestro Derecho y la Justicia para no quedarme afuera de los mismos.
Al decir de Maturana, en la medida que el otro sea un "legítimo otro", podré de-construir esa historia y acompañarlo en la construcción de una nueva que le ayude y sirva para continuar el camino, siempre respetando la complejidad y riqueza que lo humano ofrece a nuestra vista.
Tampoco es válido a mi entender hablar de "tolerancia", que da la idea de aceptar al otro, pero desde la resistencia de mi pensamiento.