En la actualidad el carbón sigue siendo una de las fuentes principales de energía primaria a nivel mundial, a pesar de ser contaminante. Durante los años 2014/15/16, se redujo el consumo, pero durante 2017 volvió a incrementarse al 1%, y se llegó a los 3.731 millones de toneladas de equivalente de petróleo (Mtep). (Anuario Mundial Energía 2018).
Muchos de los esfuerzos globales para combatir el Cambio Climático se apoyan en un marco estratégico fundado en cuatro pilares: a) la Agenda 2030 ODS (Objetivos de desarrollo Sostenible); b) el Acuerdo de París sobre Cambio Climático y los compromisos de los países, expresados en sus contribuciones determinadas nacionalmente; c) la inclusión social y el desarrollo territorial y ; d) la innovación y diversificación productiva para la descarbonización.
Para la descarbonización, se entiende como central la herramienta conocida como "huella de carbono". Ésta representa la cantidad total de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto. Este impacto ambiental es medido llevando a cabo un inventario de emisiones de GEI que provoca una actividad o un análisis del ciclo de vida de un producto. La huella de carbono se mide en masa de CO2 equivalente y es una forma de medir el impacto que provocan las actividades del ser humano en el medio ambiente.
Una vez conocido el tamaño y la huella, es posible implementar una estrategia de reducción y/o compensación de emisiones a través de diferentes programas, públicos o privados. Su determinación y valoración constituye un indicador de la gestión tanto ambiental como económica de una compañía. Utilizar una herramienta de gestión interna que identifique puntos débiles y permita mejorar la eficiencia de los procesos en una instalación desde el punto de vista medio ambiental es una necesidad para mejorar la sostenibilidad de nuestras acciones y reducir las agresiones al medio ambiente.
Existen hoy en el mercado todo tipo de herramientas para medir huellas de carbono, para todo tipo de actividad, producto, y con sus respectivas certificaciones. Muchas empresas mendocinas, poco a poco se van sumando a esta tendencia, que supone -en algunos casos- la entrada o no a un determinado mercado. Esto se erige en verdaderas trabas para-legales en algunos casos, con determinados mercados, insumos y productos.
La reducción de las emisiones de GEI es una medida eficaz para medir el impacto medioambiental que generamos, además de traducirse en un ahorro energético, lo que suele llevar asociado un ahorro económico, en definitiva, es un indicador de sostenibilidad de la actividad. Es por ello que puede llegar a suponer un elemento decisivo en las estrategias de mejora de la eficiencia de una organización y un indicador de su compromiso en la toma de medidas para que una empresa consiga realizar su actividad de manera más sostenible.
Presupuestos de carbono
Uno de los métodos novedosos que se está instrumentando son los presupuestos de carbono. Tienen su origen en Inglaterra, allí se los reguló y estableció como jurídicamente vinculantes por vez primera de manera tan innovadora que permiten distribuir cuotas de carbono. El gobierno ha establecido presupuestos de carbono de 5 años de duración, que actualmente se ejecutan hasta 2032. Restringen la cantidad de gases de efecto invernadero que el Reino Unido puede emitir legalmente en dicho período. El Reino Unido se encuentra actualmente en el tercer período del presupuesto de carbono (2018 a 2022).
En el marco de la mitigación posible, cabe destacar, que las empresas y las leyes deberán tener como inmediatos derroteros el régimen de comercio de derechos de emisión y la evaluación de la huella de carbono de los productos que elaboren. En un posible y deseado futuro no se podría comercializar o trabajar con empresas que no tengan en su política interna y externa los Objetivos de Desarrollo Sostenible todos en su conjunto.
Por poner un ejemplo real y representativo del ahorro económico que puede suponer implantar medidas de ahorro energético vinculadas con la reducción de la HC es el caso del Empire State Building (Nueva York). El propietario del edificio, Anthony Malkin, destacó el éxito de la implantación de un plan de eficiencia energética con el que se consiguió reducir en 105.000 toneladas las emisiones de CO2, el equivalente a unos 20.000 vehículos, y ahorrar más de un 40 % de energía. El ahorro energético alcanzado tras un proceso de implantación de sistemas de eficiencia en el edificio alcanzó los 4,4 millones de dólares anuales que amortizarían la inversión efectuada en sólo tres años.
Algunas medidas encaminadas a su reducción, pueden ser el uso de energía renovable, implementación de un modelo de compra responsable, participación en proyectos de compensación, elaborar un plan de eficiencia energética, entre otras iniciativas.