Un artículo (Nature, Ecology and Evolution) identifica un puñado de corporaciones transnacionales que influyen desproporcionadamente en el clima y el ecosistema mundial. Un poder aglutinado que conlleva una gran responsabilidad y ¿una enorme oportunidad? Y es que la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), voluntaria hasta ahora, ha demostrado ser poco ineficaz, tiene en la concentración del mercado una posibilidad de volverse una fuerza positiva para la sostenibilidad.
Dirigido por Carl Folke, el equipo revisa algunas pruebas documentadas. Y refiere por ejemplo a estudios que muestran que 70% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) se deben a 100 empresas; un puñado de empresas transnacionales domina la agricultura, la silvicultura y la pesca, siendo los principales impulsores del cambio ambiental y la pérdida de biodiversidad. Ejemplifican este planteamiento el hecho de que 10% de las corporaciones generan 80% de las ganancias, o que un puñado de empresas tecnológicas controlan más de 90% del mercado de motores de búsqueda, redes sociales y sistemas operativos; 4 compañías controlan 84% del mercado de pesticidas agrícolas; 10 organizaciones se reparten el control de 72% de las reservas de petróleo, entre otros resonados números.
Las evidencias científicas les permiten afirmar: "Las corporaciones transnacionales en agricultura, silvicultura, mariscos, cemento, minerales y energía fósil causan impactos ambientales y poseen la capacidad de influir en las funciones críticas del clima y la biosfera del planeta".
¿Es una oportunidad, un modelo a seguir, o un obstáculo insalvable?
Los autores enfatizan que, hasta ahora, la RSE social y ambiental corporativa voluntaria ha sido ineficaz. Enfatizan el riesgo añadido que la concentración del mercado y el poder corporativo actúen como obstáculos debido a la prioridad económica. Además, algunas compañías transnacionales han usado su poder, presionando a los reguladores para debilitar los estándares ambientales y sociales.
"Ante la falta de acuerdos y regulaciones ambientales el dominio representa una amenaza para la sostenibilidad. Por ejemplo, las empresas capaces de establecer barreras de entrada en un sector, pueden sofocar las prácticas sostenibles y la innovación tecnológica en general", afirman.
Es poco probable en consecuencia que por sí el liderazgo corporativo alcance, dicen los autores. Y llegamos a la cuestión mayor, la administración de la biosfera corporativa a escala mundial, como un remedio global que, sugieren, solo será posible si los gobiernos de todo el mundo también brindan "un contexto regulatorio que salvaguarde los valores ecológicos y sociales no relacionados con el mercado". Suena difícil, podemos agregar.
“Si se combinan con políticas públicas efectivas y regulaciones gubernamentales mejoradas, las acciones de las transnacionales podrían acelerar sustancialmente los esfuerzos de sostenibilidad”, trae optimismo, Carl Folke del Instituto Beijer.
Los signos positivos identificados y en crecimiento son:
1. Alineación de la visión. Están surgiendo nuevas normas entre algunas de las marcas más grandes, ampliando la visión de la ganancia solo a la responsabilidad, la ética y el propósito o valores.
2. Integración de la sostenibilidad. En 2017, más de 70% de las compañías globales mencionaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible en sus informes corporativos y 27% los incluyó en su estrategia comercial.
3. Licencia para operar. Cada vez más los gobiernos crean requisitos legales para que las grandes empresas identifiquen y eviten abusos contra los Derechos Humanos y Ambiente a lo largo de las cadenas de suministro mundiales.
4. Transformaciones financieras. Los principales fondos de pensiones y otros inversores institucionales están comenzando lentamente a redirigir el capital desde prácticas insostenibles hacia la administración de la biosfera y su resguardo.
5. Transparencia radical. Las nuevas tecnologías, como los algoritmos inteligentes por ejemplo, rastrean el movimiento de los buques pesqueros mejorando la transparencia en las cadenas de suministro.
6. Conocimiento basado en la evidencia para la acción. La colaboración ciencia-empresa se está volviendo cada vez más común e importante. Hay agendas de sostenibilidad empresariales enmarcadas por la ciencia y no solo por valor mercado.
El dominio de las corporaciones transnacionales es una realidad, igual que los cambios urgentes requeridos en nuestra relación con los recursos finitos. Los autores piden superar el planteamiento de la RSE para promover una custodia corporativa (social y ambiental) de la biosfera, así como el enfoque de cuidado del patrimonio común por parte de quienes lo capitalizan. O sea todos nosotros. Dicha tutela es para preservar el papel de los sistemas naturales y nuestra la calidad de vida. Supone un cambio en la lógica de los negocios solo basados en modelos insostenibles de producción y consumo. Una combinación adecuada de acciones de las corporaciones transnacionales y políticas públicas efectivas permitiría una aceleración sustancial de los esfuerzos hacia la sostenibilidad.