Con la aprobación, casi por unanimidad, de su nueva ley de seguridad para Hong Kong, el gobierno chino acaba de cruzar su propio Rubicón. Al igual que el histórico cruce del río que lleva ese nombre por parte de Julio César, el gigante asiático espera coronar con éxito su jugada. Pero, si sale mal, esta ley podría provocar un daño irreparable en uno de sus mercados financieros estrella.
Es que el gobierno de Xi Jinping se encuentra frente a un dilema en el que ninguna de las alternativas que puede elegir parece del todo buena. La ley que sancionó el Parlamento chino la semana pasada fue considerada necesaria para frenar los movimientos de protestas civiles que, desde el año pasado, han ido socavando la autoridad de Xi en la península.
Pero esa misma medida corre el riesgo de terminar matando la gallina de los huevos de oro que representa para China la bolsa de Hong Kong, uno de los cuatro mercados financieros más importantes del mundo, al mismo nivel que Nueva York, Londres o Tokio. En la fábula de Esopo, el granjero mata la gallina porque cree que su interior es todo de oro y no está dispuesto a esperar sus huevos.
De la misma forma, en el gobierno chino existe la creencia de que la prioridad no está en respetar las libertades civiles y la soberanía económica de las que goza Hong Kong, similares al estilo de vida occidental, sino en evitar que el régimen político corra riesgo de implosión por efecto contagio.
Pero quienes operan en su centro financiero, uno de los más dinámicos de Asia, temen que esa progresiva represión espante a los inversores y a las empresas que quieran establecerse en la península. Li Keqiang, el primer ministro chino, intentó llevar tranquilidad a todos al afirmar que la nueva ley traerá "estabilidad y prosperidad" al territorio autónomo, que fue cedido a China por el Reino Unido en 1997 bajo la condición de respetar el principio de "un país, dos sistemas" durante por lo menos 50 años.
Sin embargo, la nueva ley aprobada para Hong Kong establece que el gobierno chino buscará "impedir, detener y castigar" cualquier conducta que "ponga en grave peligro la seguridad nacional, así como actividades de fuerzas extranjeras que interfieran en los asuntos" del territorio.
INQUIETUDES
Entre las inquietudes que vienen manifestando los analistas, la pérdida de un marco jurídico confiable es una de los principales. Pero también se teme por el fin de un régimen fiscal que ha sido muy beneficioso para hacer negocios, la libre circulación de capitales, la aparición de procesos más engorrosos para obtener visados y el abandono de la política monetaria de tipo de cambio fijo entre el dólar de Hong Kong y el dólar estadounidense.
En definitiva, hay inquietud en el mercado por una pérdida absoluta de transparencia, que fue uno de los motores de la expansión económica de Hong Kong y que permitió que el territorio fuera considerado por el think tank "Heritage Foundation" como la segunda economía más libre del mundo.
Algo de todo esto ya fue percibido por los habitantes de la península la semana pasada: el secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, anunció que el gobierno de su país estaba evaluando anular el "estatus especial" que posee el territorio semi-independiente.
Esta medida, de concretarse, marcaría el fin de la puerta de acceso a China para muchas grandes empresas, que veían en Hong Kong un territorio seguro por su Estado de derecho y su justicia independiente. Incluso fue el mismo Donald Trump quien expresó lo que se avecina para la bolsa hongkonesa.
"Me resulta difícil imaginar cómo Hong Kong puede seguir siendo una capital financiera si China toma el control", afirmó el presidente estadounidense, con su habitual estilo directo.
Mientras tanto, en la bolsa de ese país se sintió con creces el cimbronazo que representó la aprobación de la ley de seguridad. El índice líder Hang Seng sufrió la mayor caída intradiaria de los últimos cinco años, con un 5,5%. Sin embargo, el derrumbe viene de antes: desde principios de año, el indicador lleva perdido un 20%.
Si la crisis del coronavirus explica parte de esta pérdida, para los analistas la pandemia también marcó el momento que eligió el gobierno de Xi para avanzar con la polémica legislación y minimizar el repudio del resto del mundo.