Por Thomas L. Friedman - Servicio de noticias The New York Times - © 2015
El 19 de abril de 1965, apenas poco más de 50 años atrás, a Gordon Moore, en esa época director de investigación de Fairchild Semiconductor y más adelante uno de los cofundadores de Intel, le pidió la revista Electronics Magazine que presentara un artículo pronosticando qué ocurriría con los circuitos integrados, el corazón de la informática, en los próximos 10 años.
Estudiando la tendencia que había visto en los años anteriores, Moore predijo que cada año duplicaríamos el número de transistores que podrían caber en un solo chip de sílice, así que se tendría el doble de poder informático por apenas ligeramente más dinero.
Cuando eso se volvió cierto en 1975, él modificó su predicción hasta una duplicación casi cada dos años. “La Ley de Moore” se ha mantenido esencialmente desde esos tiempos; y pese a los escépticos, sigue andando, convirtiéndose probablemente en el ejemplo más notable en la historia del crecimiento sostenido y exponencial de una tecnología.
Para el 50 aniversario de la Ley de Moore, entrevisté a Moore, actualmente de 86 años de edad, en el Exploratorium de San Francisco, en una celebración en su honor ofrecida por la Fundación Gordon y Betty Moore e Intel. Le pregunté qué era lo que más había aprendido a partir de la perdurabilidad de la Ley de Moore hasta estos tiempos.
“Supongo que una cosa he aprendido: una vez que haces una predicción exitosa, evita hacer otra”, dijo Moore. “He evitado oportunidades para predecir los próximos 10 o 50 años”.
Pero, ¿le sorprendía cuánto tiempo había terminado siendo esencialmente correcta?
“Ah, estoy asombrado”, dijo. “La predicción original era para una perspectiva a 10 años, lo cual pensé que era demasiado. Esto venía de alrededor de 60 elementos en un circuito integrado a 60.000; extrapolación de 10.000 veces a lo largo de 10 años. Pensé que eso era bastante vertiginoso. El hecho de que algo similar esté ocurriendo durante 50 años es en verdad asombroso. Usted sabe, hubo todo tipo de barreras que siempre pudimos ver que iban a impedir dar el siguiente paso, y de una u otra forma, a medida que nos acercábamos, los ingenieros habían encontrado formas de evadirlas.
Pero algún día tiene que parar. No hay nada exponencial que siga por siempre”. Pero, vaya que ha sido exponencial. Al presentar la noche, el director ejecutivo de Intel, Brian Krzanich, resumió a dónde nos ha llevado la Ley de Moore. Si tomaran el microchip de primera generación de Intel de 1971, el 4004, y el chip más reciente que Intel tiene en el mercado actualmente, el procesador Corei5 de quinta generación, dijo, se podría ver en acción el poder de la Ley de Moore: el chip más reciente de Intel ofrece un desempeño 3.500 veces mayor, es 90.000 veces más eficiente en términos de energía y alrededor de 60.000 veces más barato.
Para expresarlo de otra forma, Krzanich dijo que ingenieros de Intel hicieron un cálculo aproximado de lo que sucedería si un Volkswagen Beetle de 1971 hubiera mejorado al mismo paso que los microchips bajo la Ley de Moore; estos son los números: actualmente seríamos capaces de andar en ese auto a 500.000 kilómetros por hora, nos daría 3,2 millones de kilómetros por menos de 4 litros de nafta ¡y todo eso por el ínfimo costo de 4 centavos! Bien, usted seguiría atascado en la carretera 101 para llegar aquí pero, vamos, ¡en cada espacio podría conducir a 500.000 km por hora!”
Lo que resulta más asombroso del artículo de Moore en 1965 es el número de predicciones a las que acertó con respecto a lo que estos microchips en constante mejoría volverían posible. En el artículo, titulado “Apretujando más componentes a circuitos integrados”, argumentaba que “los circuitos integrados conducirán a maravillas tales como computadoras de hogar -o cuando menos, terminales conectadas a una computadora central- controles automáticos para automóviles, así como equipamiento portátil de comunicaciones.
El reloj de pulsera electrónico solo necesita un monitor para ser factible hoy día. En comunicaciones telefónicas, circuitos integrados en filtros digitales separarán canales en equipo multiplex. Además, cambiarán circuitos telefónicos y llevarán a cabo procesamiento de datos".
Moore prácticamente anticipó la computadora personal, el teléfono celular, automóviles que se conducen solos, el iPad, las grandes empresas de datos masivos (Big Data) y el reloj Apple. ¿Cómo hizo eso? (lo único que pasó por alto, le dije en broma, fueron las "palomitas de microondas".)
“Bien”, dijo Moore, “yo había estado viendo circuitos integrados -eran realmente nuevos en esa época, apenas unos pocos años- y eran muy caros. Había mucha discusión con respecto a por qué nunca serían baratos, y yo estaba empezando a ver, desde mi posición como jefe de un laboratorio, que la tecnología iba a ir en la dirección donde obtuviéramos más dinero y pusiéramos más cosas en un chip y eso volviera menos caros los aparatos electrónicos; yo no tenía idea de que eso iba a terminar siendo una predicción relativamente precisa pero sabía que la tendencia general iba en esa dirección y tuve que darle cierta razón a por qué era importante reducir el costo de la electrónica”.
¿Puede continuar eso? Cada año, alguien pronostica la desaparición de la Ley de Moore, y se equivoca. Con suficientes ingenieros buenos trabajando en ello, esperaba él, “no terminaremos en un callejón sin salida. Es una tecnología única. No puedo ver nada realmente comparable que haya durado tanto tiempo con crecimiento exponencial”.
Sin embargo, recordemos que eso se volvió posible por un grupo de notables científicos e ingenieros en Estados Unidos, cuando no solo alardeaba de ser excepcional sino que invertía en la infraestructura e investigación científica elemental y fijó los audaces objetivos para hacerlo así. Si queremos crear más tecnologías similares a la Ley de Moore, necesitamos invertir en los bloques centrales que produjeron ese Estados Unidos.