Después de seis meses de arduo ensayo, La Levingston Colmenares daba el zarpazo en diciembre de 2006. Finalmente el anhelo de Santiago Servera se cumplía y en Mendoza nacía una big band dedicada a la salsa. Al igual que las tradicionales agrupaciones de la música caribeña, La Levingston Colmenares fue desarrollando el género con su propia impronta, que mantiene hasta la actualidad.
Se puede decir que es la única big band que toca solo ese ritmo y es referente en la escena provincial. Siempre en busca de la excelencia y la calidad, la banda integrada por Servera (director), Walter Ulloa (cantante), Matías García, Franco Rumiz, Tito Velázquez, Silvio Oropel, Rodrigo Martínez, Polito Antchagno, Nicolás Diez, Rodrigo Botacaulli, Gabriel Narváez y Mariano Moreno comienza una nueva temporada con tres presentaciones consecutivas este fin de semana y el impulso de generar nuevos proyectos.
"El año pasado tuvimos un regreso luego de un impasse. Lo que ocurre es que es muy difícil contener en un proyecto a tantos músicos y darle una continuidad laboral. Sumado a que Mendoza no tiene una escena grande. Cada uno tiene su carrera paralela como músico y docente", cuenta Walter Ulloa música y cantautor de la banda, que dio sus primeros pasos en el género caribeño y le permitió continuar investigando en su carrera solista el son cubano.
El baile, compañero imprescindible
A diferencia de otras agrupaciones que surgieron en la historia en Mendoza, La Levingston buscó siempre la complicidad con el público. Esa fiesta inevitable que logran los timbales, la percusión y el compás de los vientos.
"A nosotros lo que nos interesa es que la gente baile, ese feedback que buscamos en la gente. No queremos ir a un teatro y que la gente esté sentada, sino que baile y disfrute a su manera. Que no se inhiban y piensen en bailar como profesionales, sino que disfruten. Es un llamado al público. Hace veinte años atrás había bandas de salsa como Salsa Blanca o Son del Barrio y no bailaba la gente en sus shows. Ahora hay una cantidad de academias para bailar o espacios libres, entonces la gente se acerca a la música latina por el baile. Por eso siempre decimos que lo bailen como quieran".
Justamente "Bailalo como quieras" es el título del primer y único disco de la banda, que lanzaron en 2012. Adaptada a las tendencias, para este año planean lanzar una serie de temas en formato digital para continuar alimentando el trabajo del grupo y de esta manera, impulsar a una escena que tiene su público y creció en la danza, pero son escasas las alternativas en cuanto a la música en vivo.
“No hay un circuito para bandas de salsa en vivo, no hay quien apueste a eso. Por donde tocamos nos invitan o porque nos sumamos a un baile. Al ser un grupo grande es mucha la logística y necesitás una pata que te sostenga. Por eso son importantes los ciclos de música para darle espacio. Justamente ahora queremos impulsar varios para darle espacio. Invitando a los bailarines, a sus alumnos, a la gente que le gusta el ritmo que se sume y continuar tocando”.
-A lo largo de estos años, el grupo cambió pero la esencia se mantiene.
-Sí. Ahora tenemos a Franco Rumiz en timbal. Y este fin de semana se suman Nicolás Diez en teclado y Rodrigo Botacaulli. Para nosotros es una alegría que nos acompañen, porque son excelentes músicos. La esencia de la Levingston continúa y se renueva. Justamente el hijo de Santiago, nuestro director desde un comienzo, nos acompañaba en los ensayos. Y hoy es parte de la banda como percusionista. Es especialista en música africana, pero también hace música latina. Y suma su juventud y otra mirada.
-¿No pensaron en hacer un formato reducido?
-Nosotros empezamos con cinco integrantes y haciendo otro repertorio. Y paulatinamente sumamos otros instrumentos hasta llegar a un formato tradicional de salsa, como en la década del ‘70. Y el fundador de la banda soñaba con hacer esta formación, por eso mantuvimos los diez y no nos volcamos a un proyecto alternativo.
Porque como él dice: “Es un grupo de amigos que se junta a hacer la música que les gusta”. Nosotros sentimos eso, estudiamos y profundizamos sobre el ritmo, y la sentimos como una música propia. Pero sabemos que es una música hermana, que también podemos interpretar.
-Además de hacer clásicos del género ustedes tienen sus propias canciones, ¿por dónde va la poética de esos temas?
-Nosotros tratamos de evolucionar en ese sentido. Por un lado tenés que tocar canciones con las que la gente se identifique, por eso homenajeamos a los grandes compositores del Caribe como Rubén Blades, Juan Luis Guerra y otros cubanos. Pero fuera de Blades, que tiene una poética social y una mirada sobre el hombre, los tradicionales no van por ese camino; y lo que tienen nuestras composiciones es eso justamente. No es música de protesta pero hablan de lo cotidiano.
Es una canción para los pies, pero también para la cabeza. Además en general la poética clásica era muy machista y eso fue cambiando. Por suerte coincidimos todos con esa mirada sobre que queremos transmitir en las canciones, más allá del ritmo.
-Con los años que llevan tocando, ¿lograron la excelencia para transmitir esa energía tan particular que tiene la salsa?
-Sí. Porque investigamos el género y logramos excelencia en el sonido. Podemos estar a la altura de cualquier otra banda de salsa. En un comienzo Santiago hizo ese camino, el de estudiar tambor, de recorrer varios países. Y con lo que aprendió lo volcó en la docencia y luego en la banda. Lo hacemos con mucho respeto y con mucho amor.
Podemos tocar en cualquier lugar porque encontramos un lenguaje a través de los años.
El programa
La Levingston Colmenares propone un show a pura salsa, cha cha cha y rumba durante el fin de semana. Esta noche serán los protagonistas de una nueva fecha de los Bailes Sociales.
A partir de las 21, en los jardines de la Nave Cultural (Maza y España). Con entrada gratuita.
Y mañana domingo se mudan a La Paz donde actuarán en la Peatonal Cultural. A las 21, en Galigniana y Belgrano de ese departamento. Entrada gratis.