Es ineludible comenzar esta crónica por el final. Por ese instante tan súbito como repentino e impensado. El córner llegó desde la izquierda, un tanto cerrado, al primer palo, Leandro Vega se elevó junto a Miguel Barbero y el balón entró pidiendo permiso junto al primer palo. Sorpresa y media.
En la última jugada del partido, Independiente acertó un pleno y se llevó los tres puntos. Para Gimnasia fue un castigo a su ineficacia e impericia para aprovechar su momento.
De hecho, promediando la primera etapa, el equipo del Pitu Canedo se puso en ventaja casi sin proponérselo: pelotazo largo desde el fondo que el arquero Matías Aguilera salió a cortar lejos, pero el pícaro Ezequiel Córdoba alcanzó a puntear para poner el 1 a 0.
Gimnasia, que había hecho el gasto y generado las mejores oportunidades (incluso un remate de Nacho Sánchez que rozó el travesaño), fue con todo en busca del empate.
Y luego de una gran jugada por el andarivel derecho entre Perelló y Cirame, éste último asistió a Hernán Alarcón adentro del área y el ex Beltrán definió con enorme categoría para poner el empate.
Sobre el final del primer tiempo, Gutiérrez cayó en el área, pero el juez Sosa dijo “siga, siga” ante el reclamo de los 300 hinchas del Lobo presentes. Los primeros diez minutos del complemento volvieron a tener el dominio de Gimnasia, pero le faltó claridad en los últimos metros.
Independiente se paró mejor y creció en el manejo de la pelota. Así, generó dos o tres situaciones que fueron bien controladas por el arquero Aguilera.
Los minutos corrieron y parecía que el empate no se iba a modificar. Pero Barbero se llevó el balón por delante y la Lepra volvió a festejar en el clásico.