La necesidad tenía cara de hereje para Independiente. El cuadro de situación no admitía otro resultado que los tres puntos se quedaran en Mendoza.
Y en el comienzo de la era de Pablo De Muner, el Azul tomó el partido como lo que era (una final) y lo jugó en consecuencia, con los dientes apretados.
Sobró actitud, faltaron ideas y sintonía fina para aprovechar los momentos de predominio sobre un adversario que manejó bien la pelota por intermedio del hábil Nahuel Luján, bien acompañado por Torres y García.
La presión del Azul (anoche de blanco) tuvo su mayor punto de ebullición en los primeros minutos, cuando en los primeros cinco minutos dispuso de dos situaciones claras vía Strahman y otra pelota que la defensa de Ferro casi termina en autogol.
En ese lapso, el Azul atacaba en bloque y el 4-2-3-1 se hacía elástico y versátil a la hora de atacar, pero sufría (sobre todo por la banda derecha) con las trepadas de Bay y del picante Luján.
Empujado por su gente, la Lepra encontró la merecida ventaja luego de un tiro de esquina desde la izquierda, Bailo salió pésimo y Maidana puso la testa para convertir con el arco vacío. El Gargantini explotó de felicidad.
Conseguida la ventaja, la Lepra se replegó y apostó al contragolpe. El Verde se hizo dueño de la pelota en los últimos minutos, pero no tuvo la presión necesaria en los últimos metros. En esos minutos, tuvo que luchar el partido y se hizo importante la firmeza de los centrales y los relevos de Fede Guerra.
A Independiente Rivadavia le costó horrores hacer pie en los primeros 20 minutos del complemento. Ferro manejó la pelota a lo ancho y a lo largo del terreno, pero no fue profundo para intentar agredir el fondo del Azul del Parque.
La gran virtud de los dirigidos por De Muner, fueron el orden y la disciplina táctica para verse siempre bien parados, ante cualquier contra o pérdida del balón.
Y en el peor momento del equipo, apareció Strahman para poner la pelota debajo de la suela, juntar marcas y generar faltas, como la que derivó en la expulsión de Muñoz, que dejó a la Lepra en superioridad numérica.
Lo del ex Talleres y River fue tan importante que unos minutos después recibió en el área y definió como un goleador: latigazo seco de zurda, cruzado y abajo. 2-0 y a otra cosa. A mantener el balón con los relevos y que el reloj siguiera marcando la hora.
Las buenas intenciones se vieron respaldadas por la necesaria actitud grupal.
Sólo quedó tiempo para que el equipo mostrara su oficio para cerrar el partido y para que la gente despidiera al equipo con un arsenal de fuegos de artificio en lo que fue su última presentación en 2017. Chau mufa, para que el 2018 venga con otros augurios...
Un Rey estuvo en La Catedral
Tomas Felipe Carlovich estuvo anoche en el estadio Bautista Gargantini presenciando el encuentro de Independiente Rivadavia ante Ferro. El “Trinche” jugó dos años en el Azul del Parque e integró el plantel campeón de la Liga Mendocina de Fútbol en 1976.
El rosarino se sacó fotos con los hinchas; se encontró con Osvaldo Aliendro y se fundieron en un largo abrazo. Carlovich se mostró feliz por haberse convertido en un ídolo de la historia del club.
Los goles
El gol de Maidana (Gentileza @ArgentinaFCOK)
El gol de Strahman