Más allá de que recién se jugó la primera fecha del Torneo de Transición de la Primera B Nacional, sin dudas, que la presentación de Independiente Rivadavia en Junín, provincia de Buenos Aires, permite soñar y mucho.
Sin haber jugado un partido espectacular, el Azul de Ricardo Rodríguez mostró su estilo de juego y por las situaciones de peligro que generó a lo largo de los noventa minutos, el resultado final (0-0) es una magra cosecha.
Sin embargo, desde el seno del plantel y el cuerpo técnico, destacaron el punto obtenido, ya que lo importante es sumar cada vez que se juega de visitante y más teniendo en cuenta que fue el primer partido de la temporada.
Independiente fue amo y patrón del juego. No pasó mayores sobresaltos defensivos y a lo largo del juego fue muy superior a su rival.
Un primer tiempo que no regaló mucho en cuento a emociones. Ambos conjuntos se respetaron demasiado. Típico primer partido de temporada. El que tomó la iniciativa en los primeros minutos fue la Lepra, quien con su dibujo 4-4-2 que se transformó en 4-4-1-1, logró dominar el mediocampo y fue quien tuvo mayor vocación ofensiva.
Todo lo contrario para Sarmiento, equipo que tuvo en su portero, Lucas Ischuk, su máxima figura, al intervenir como mínimo, en tres situaciones de manera magistral, de esas que te permiten asegurar que es un arquero que te acumula puntos.
Y este dominio Azul tuvo sus cimientos desde la recuperación del balón. Vale destacar que el conjunto Azul presentó siete jugadores del torneo anterior, es decir, una estructura base que lo convierte en un equipo que se conoce casi de memoria.
Sumado a que los cuatro refuerzos que debutaron: Méndez, Coronel, Rearte y Velázquez, quienes demostraron sus cualidades y respondieron con creces.
La premisa del Azul fue intentar jugar al ras del piso, condición que no renunció nunca, por ello, el juego colectivo del Azul por momentos fue muy interesante.
Con avances constantes por las puntas tanto con Walter García y Lucas Parisi. En el mediocampo, el doble cinco compuesto por Federico Guerra y Freddy Coronel permitió que mientras un jugador se adelantaba para romper el juego contrario, el otro retrocedía de manera precisa y lograba un relevo adecuado.
Así se movió Independiente, como si fuera un juego de ajedrez. Nunca perdió el orden táctico y la concentración. Esto llevó a Sarmiento a jugar desordenado y no encontrar nunca la llave para vulnerar a un equipo mendocino que se mostró compacto.
En cuanto al bloque ofensivo, Diego González Vega, se mostró muy rápido y cada vez que tuvo que aguantar el balón, no perdió nunca y pivoteó al mejor estilo de fútbol de salón.
Pero, falló en la definición. En sus pies y en su cabeza tuvo las mejores situaciones de peligro de Independiente, sin embargo, la red de Lucas Ischuk le fue esquiva y en varias situaciones el arquero local se lució, transformándose en la figura del encuentro.
Sin dudas, que la falta de efectividad en esta primera presentación será el gran tema a mejorar durante la semana, pero es para destacar la ambición ofensiva del equipo de Ricardo Rodríguez.
Cada vez que recuperó el balón en la mitad del campo, respondió en ataque en bloque. Es decir, siempre llegó como mínimo, con tres hombres al área visitante. Y eso le permitió tener variantes de toque y recepción.
Para destacar, también el juego, la personalidad y el dominio del balón de Leandro Velázquez, quien arrancó como punta, pero con el correr de los minutos, retrocedió unos metros para reencontrarse con el balón y de sus pies nació lo más criterioso del Azul.
Pasó el debut y el primer examen de Independiente fue satisfactorio. Fue un equipo sólido, con actitud y un estilo de juego definido. Sólo le faltó el gol, por ello, el resultado final permite definir que a la Lepra en su visita a Junín se le escaparon dos puntos del bolsillo.