No es la primera vez que Independiente Rivadavia falla en un partido de esta envergadura. De hecho, no ganó ninguno ante los rivales directos en la disputa por la permanencia. Aunque lo más crítico no es siquiera el 0-3 sino la falta absoluta de rebeldía, de vergüenza deportiva.
El equipo fue goleado por un rival directo con el agravante que la figura fue Aracena, quizá uno de los pocos que sí entiende la real dimensión de lo que se está jugando la Lepra en esta B Nacional. Claro que Independiente puede perder 3-0, pero no de esta manera tan desinteresada. El equipo nunca fue equipo. Se entregó por completo a la adversidad y al tempranero golpe que le asestó Flandria, que ni el mismo Canario se imaginó que iba a terminar siendo de nocaut.
La Lepra tiene mandíbula de cristal y acá está el punto más crítico. Esto no lo salva un entrenador sino un psicólogo y, cuando se entra en este terreno, cualquier cosa puede suceder.
Ya se cayeron todos y cada uno de los argumentos que sostenían el 4-3-3. No se soporta ver más de lo mismo: equipo muy largo que intenta salir jugando desde abajo pero irremediablemente termina siempre en el pelotazo; movimientos lentos y previsibles, receptores de pobre movilidad que favorecen los anticipos defensivos, extremos sin participación alguna en el circuito de juego que hacen el mayor desgaste hacia atrás. El mismo Berti dejó indicios de cambio de esqueleto en declaraciones pos derrota.
Es que este mismo sistema o manera de ir a buscar los partidos se está tornando evidentemente nociva y atenta contra la salud de los futbolistas propios que, de tanto ir y fracasar en el intento, comienza a decaer en su entusiasmo.
La frustración de no traducir ninguno de sus intentos ofensivos en situaciones de riesgo va invadiendo al jugador de fútbol y éste la expresa en un aparente desinterés. Hay un stress de insistir por una convicción ajena que deja de ser propia a la postre de los resultados negativos en el juego colectivo.
A la improductividad, a la constipación creativa, le sobrevino el caos. Reinoso por Maidana para dejar librado todo a la absurda creencia que acumular delanteros te hace más ofensivo y lo único que llegó fue la goleada del Canario, que ahora estiró su racha a once encuentros sin conocer la derrota.
No se tolera más el 4-3-3. No hay un solo motivo que lo mantenga en pie. Claro que no es sólo el dibujo el problema, pero la Lepra debe reformularse con urgencia y hacer modificaciones de raíz que surtan un golpe de efecto más que importante. Este dibujo y esta manera de ir a buscar los partidos ya perdió la categoría. Ahora, en estos catorce encuentros que restan, Berti debe tratar que no lo haga Independiente Rivadavia.