Wang Enlin, un campesino chino de 64 años, fue a la escuela hasta los 10 años. Pero hoy, después de haber aprendido derecho de forma autodidacta, desafía ante los tribunales al mayor grupo químico de China, acusado de haber contaminado sus tierras.
Su única arma es un libro de protección medioambiental, que intenta entender correctamente gracias a un diccionario, asegura este agricultor. "En China, detrás de cada caso de contaminación se esconde un caso de corrupción", explica.
Wang y otros vecinos de su pueblo de Yushutun, en la provincia de Heilongjiang (nordeste), demandaron a la empresa Qihua, acusada de hacer que sus tierras no sean más cultivables. El caso empezó hace 16 años.
En febrero se produjo la primera victoria: la justicia ordenó a la empresa a descontaminar su vertedero de productos químicos situado en la localidad y a pagar un total de 820.000 yuanes (123.000 dólares) a 55 familias, para compensar la pérdida de sus cosechas.
La sentencia fue sin embargo suspendida así que Wang y su equipo se preparan para nuevas contiendas en la sala de audiencias.
"Evidentemente vamos a ganar. La ley está de nuestra parte", asegura, desde su modesta vivienda.
Su combate pone a prueba los límite de la ley china sobre medioambiente, enmendada en 2015 con el objetivo de facilitar los recursos ciudadanos contra las empresas contaminadoras. Qihua es una filial del gigante estatal ChemChina, el mayor grupo químico del país.