El príncipe Harry y su esposa Meghan Markle sorprendieron al mundo con su decisión de renunciar a los privilegios de la realeza británica. El anunció no sólo desató una interna en la Corona sino también especulaciones en torno al nuevo rumbo que la pareja tomará.
Ambos manifiestan dificultades para soportar la presión mediática que implica su posición. La inesperada renuncia como duques de Sussex tiene lugar tras un año de crisis para los Windsor, que vio a su tío, el príncipe Andrés, salpicado por el caso de su amigo Jeffrey Epstein, el financiero estadounidense acusado de violación a menores y hallado muerto en una cárcel de Nueva York en agosto.
En un mensaje calificado de "personal", Harry, de 35 años, y la ex actriz estadounidense Meghan Markle, de 38 años, dijeron que dejarán de trabajar para adquirir independencia financiera, sin dejar de apoyar plenamente a Su Majestad la Reina Isabel II.
"Después de muchos meses de reflexión y discusiones internas, hemos elegido iniciar una transición este año y empezar a labrarnos progresivamente un nuevo papel dentro de esta institución", añadieron.
El "Megxit" -como lo apodaron en los medios locales- genera dudas respecto al futuro del matrimonio y su hijo Archie. Es que el cambio en su vida incluirá, por supuesto, cambios en sus finanzas: podrían perder unas 2 millones de libras esterlinas anuales (más de 2,6 millones de dólares) que la Corona destinaba a Harry y Meghan cada año para sus gastos personales.
La ciudad canadiense de Toronto lidera como la preferida para que la pareja se instale. Justamente, allí disfrutaron los primeros meses de su romance antes de que saliera a la luz. Meghan también tiene un lazo especial con Toronto: fue la locación del rodaje de "Suits", la última serie donde participó como actriz antes de su retiro.
Otra opción para la pareja sería la ciudad de Vancouver, pero tampoco parece que la vida ahí sea menos costosa para ellos. Esa ciudad fue la escogida por Meghan y Harry para pasar la Navidad junto a Archie, en una mansión de lujo con vista al mar y cuyo precio en el mercado es de 10,7 millones de libras esterlinas.
Surge otro problema: la seguridad. Teniendo en cuenta el historial de la familia, ellos deberán contratar guardaespaldas. Los contribuyentes pagan hasta 131.000 dólares al año para mantener a seis trabajadores.
Harry fue visto en Canadá con personal de ese país, por lo que se entendería que ahora serán los contribuyentes canadienses quienes cubran el costo de la seguridad de los duques, que necesitarán protección para siempre.
La pareja destaca que quiere "independencia económica", pero ¿de qué vivirá? De sus patrimonios: se estima que el de Harry es de 39 millones de dólares (26 de los cuales heredó de la princesa Diana) y Meghan tendría unos 5 millones de dólares. Deberán ajustar sus gastos: sus asistentes personales y ayudantes en la mansión de Frogmore recibían entre 20.000 y 30.000 libras (US$ 26.000 y 39.000).
Una historia de amor y escándalos
Henry y Meghan se casaron en el castillo de Windsor en 2018, tras un rápido noviazgo que causó sensación en la opinión pública. Pero casi dos años más tarde, la presión mediática los hizo abandonar sus privilegios.
Desde su boda, la pareja pasó a ser una de las obsesiones de la voraz prensa sensacionalista británica. Harry, hijo del príncipe Carlos, el heredero de la Corona, es sexto en la línea de sucesión. Muy por delante suyo está su hermano mayor, Guillermo. Ambos hermanos sufrieron la pérdida, en un accidente de tráfico en 1997 en París, de su madre, la princesa Diana, cuando era perseguida por los paparazzi.
Recientemente, los duques de Sussex se querellaron con el diario The Mail on Sunday porque publicó una carta de Meghan a su padre, con el que mantiene relaciones tempestuosas.
Harry además planteó otras dos demandas contra poderosos grupos de prensa que supuestamente piratearon su mensajería vocal telefónica, para publicar chismes sobre la vida de la pareja.
"Tengo una familia a la que debo proteger", defendió el príncipe.
La reina Isabel II no ha ganado para disgustos en 2019. Su esposo Felipe, de 98 años, sufrió un accidente de tráfico a principios de año, y poco antes de Navidad tuvo que ser internado varios días en un hospital por problemas de salud que no fueron aclarados.
Asimismo, el príncipe Andrés, hermano menor de Carlos, y preferido de la reina de Inglaterra, se retiró de todas sus obigaciones oficiales tras una entrevista con la BBC de la que su imagen pública salió mal parada a raíz del escándalo del polémico Epstein, que acabó suicidándose mientras esperaba juicio por varias acusaciones de pedofilia.