No fue el resultado de un gran acuerdo institucional, como se pidió tantos años, sino de una serie de medidas encadenadas motivadas por el temor al cambio de las reglas de juego.
Durante las dos últimas décadas, la oposición reclamó que los mendocinos pudiéramos elegir a nuestros gobernadores e intendentes en elecciones diferentes a las nacionales, para que el justicialismo, que a nivel nacional tiene siempre los candidatos más potentes, no corriera con tanta ventaja.
Esta fue la queja del PD cuando Carlos Balter perdió las elecciones de 1999 contra el radical Roberto Iglesias, que llegó colgado de la boleta más votada a nivel nacional, la de Fernando de la Rúa.
Y este también ha sido el reclamo del propio radicalismo, que vio en las dos últimas elecciones escurrírsele el poder de las manos porque el peronismo se abrochó a las boletas de Cristina Kirchner.
Cuando el tema llegó a la Legislatura, en medio del tratamiento de la ley de las PASO provinciales, en noviembre de 2013, el peronismo sólo aceptó que las elecciones provinciales tuvieran una fecha diferente a las nacionales a partir de 2019. Sin embargo, el enorme miedo a lo desconocido llevó a los intendentes de toda la provincia a adelantar los comicios municipales. Cundió el pánico.
El gobernador Francisco “Paco” Pérez resistió hasta la semana pasada, tratando de mantener su compromiso con el gobierno nacional y con Daniel Scioli de unificar los comicios. Finalmente, cuando los esfuerzos del siempre efectivo operador presidencial -hoy sciolista- Juan Carlos “Chueco” Mazzón fracasaron, aceptó la realidad y les confesó a sus ministros que iba a desdoblar.
¿A qué le temen los caciques departamentales? A las PASO. Acostumbrados a llegar como resultado de acuerdo de cúpulas o de tibias internas partidarias, los jefes comunales se encontraron en la situación de que ahora deberán participar de una elección previa en igualdad de condiciones que sus rivales internos y de la oposición. El famosos “aparato” no les garantiza su continuidad como antes.
Entonces trataron de reducir riesgos y prefirieron enfrentar solos los comicios, sin los factores siempre decisivos que traen aparejadas las elecciones de presidente y de gobernador. Es más sencillo -pensaron- armar una lista competitiva únicamente en sus propios territorios que tener que negociar a la vez con un candidato a gobernador y/o un candidato presidencial para adherir a sus boletas.
En el caso del peronismo, los intendentes buscaron conjurar el fantasma de Julio Cobos, quien hasta ahora insiste con que será candidato a presidente por el espacio UNEN.
Pero también se buscó aislar al gobernador Pérez, ya que su gestión no recibe adhesiones en las encuestas y además éste no oculta su intención de impulsar como candidato provincial a un hombre que no es del partido: el ministro de Salud Matías Roby.
En el caso de los tres intendentes radicales del Este, que podían salir beneficiados de llevar al ex vicepresidente en las boletas, lo que primó fue la necesidad de no correr riesgos ya que intuyen que finalmente Cobos no será candidato presidencial.
Tampoco están conformes con la alianza que el godoicruceño Alfredo Cornejo tenía (o tiene) en carpeta con el PD-Pro, ya que implicaba un escenario de acuerdos en sus municipios con dirigentes que siempre fueron hostiles a sus gestiones.
La otra reserva de los caciques tenía que ver con un aspecto sustancial de la ley de las PASO: el financiamiento de las campañas publicitarias por parte del Estado. Si bien Pérez lo vetó con dos decretos, la oposición llevó el tema a la Justicia y ésta tendrá la última palabra.
A ningún intendente le gustó la idea, desde la sanción de la norma, de que el Estado pusiera una partida para solventar las campañas y que sólo se dispusiera -en la ley- un 20% de la misma para la publicidad de los cargos municipales. Desdoblando, razonaron, zafarían de quedar perdidos en una lluvia de mensajes proselitistas de candidatos presidenciales y a gobernador.
El duelo Pérez-Cornejo
Pérez tuvo que sacrificar -posiblemente- su futuro político a fin de devolverle al PJ provincial más competitividad, para la cual los intendentes son clave ya que el escenario nacional, con la Casa Rosada cascoteando a Scioli sin piedad, no le da garantía alguna al oficialismo mendocino de nada.
El Gobernador sabe que su pretensión de ser diputado nacional podrá ahora ser vetada por Cristina Fernández, quien suele tomar represalias con quienes no aceptan sus órdenes. Pero, en todo caso, se juega a conseguir un triunfo en Mendoza que le permita acceder a la lista de legisladores nacionales y amortiguar la ira de Olivos.
Llevado también por su creciente encono con el radical Cornejo, el Gobernador decidió “hacer todo lo posible” por dinamitar los planes del intendente de Godoy Cruz.
Por eso prohibió en un decreto la posibilidad de que un candidato provincial fuera en las listas de dos o más candidatos a presidente, para así impedir que Cornejo se colgase de la boleta de Cobos y de Mauricio Macri en las presidenciales.
Pero unos días después, como vio que el tema podía judicializarse y que encima los jefes comunales de su partido que gobiernan los distritos más poblados (Guaymallén, Las Heras, San Rafael, Luján) se desentendieron uno a uno de la pelea provincial, no tuvo más remedio que desdoblar.
Con el adelantamiento electoral, Pérez busca asegurarse que Cornejo no se transforme en el candidato de gran parte de la oposición (los radicales, el Pro, el PD, el massismo y el socialismo), ya que sacó la discusión por la Presidencia, en la cual desde distintos sectores del radicalismo se negocia esquizofrénicamente tanto con la centro-izquierda (Hermes Binner) como con la centro-derecha (Mauricio Macri y Sergio Massa).
“Estamos obligando a que el PD no se diluya en el radicalismo y ofrezca una opción alternativa competitiva”, reconoció un operador de Pérez. En el PJ, nadie duda de la imperiosa necesidad de que la oposición se atomice.
Sin embargo, el Gobernador le hizo también -sin querer- un favor al radicalismo: allanó el camino de la reconciliación de Cornejo y de Cobos. El desencuentro entre ambos popes de la UCR se debía a que el intendente quería acordar con Macri y esto conspiraba con los planes presidenciales del ex vicepresidente.
Si ahora Mendoza elige gobernador antes, Cobos no tendrá motivos para quejarse y Cornejo no tendrá tampoco tanto interés en acordar con el Pro local, que no podrá ofrecerle la boleta del jefe de Gobierno porteño como activo.
Con este cambio en el cronograma electoral, el peronismo intenta equilibrar un escenario que se venía inclinando -por los propios errores del oficialismo- a favor de la oposición.
Sin embargo, aún faltan definiciones a nivel nacional que serán decisivas. Hoy, el partido gobernante no tiene asegurado con el desdoblamiento anunciado este lunes que podrá escabullirse de tener que enfrentar a Cobos.
Aunque todos apuestan a que el ex gobernador radical será candidato a presidente o a senador, que son categorías nacionales que se dirimirán en agosto y octubre, también cabe la posibilidad de que busque un nuevo mandato en la provincia.
En un mensaje cargado de ironía, Cobos dijo hace unos días que si la intención de la UCR nacional, que comanda Ernesto Sanz, y de la provincial, que conduce Cornejo, es ganar distritos, él podía “bajar” a Mendoza para garantizarle una victoria al centenario partido.
Por Mario Fiore -mfiore@losandes.com.ar