No pudo ser. El sueño Jarillero llegó al final. Pese al gran trabajo y esfuerzo colectivo, Palmira se quedó en la puerta de las semifinales.
Luego de la paridad en los dos partidos de la serie (ambos 0-0), hubo que discernir al clasificado con tiros penales y ahí Independiente de Villa Obrera resultó más efectivo.
El equipo de Antuña tuvo a una conversión de lograr el pase, pero el arquero Fabián González se transformó en héroe tapándole el penal a Javier Videla y luego convirtiendo el suyo para dar vuelta la serie.
Palmira volvió a Mendoza con la desazón lógica de la eliminación del torneo, la cual se potencia porque el equipo mendocino hizo mejor las cosas en los 180 minutos de la llave. Faltó eficacia y eso se paga muy caro.
Purruco diseñó un dispositivo que durante el primer tiempo le dio resultado. Inteligente, Palmira se paró con un 4-3-2-1. Falcone y Coca eran los enganches y Villaseca el único punta. Y si Palmira no se puso en ventaja fue por obra y gracia de la nula precisión de Coca, Villaseca y Morales.
Aun sin demasiadas ideas a la hora de generar juego, el conjunto sanjuanino se las arregló para complicar. De la mano de Pachi Pascual, tuvo un par de chances claras.
El partido era trabado, luchado, aburrido y mal jugado pero Coca, el mejor de Palmira, tuvo el gol en su pie izquierdo, pero le dio mal y el balón se fue desviado. Así se fueron al descanso.
En el complemento las cosas no variaron demasiado. El trámite siguió siendo muy pobre. Trascendió entre las limitaciones del local y la liviandad de Palmira para aprovechar lo bueno que hacía en el medio.
Ninguno de los dos elencos arriesgó más de la cuenta y así se fueron a los penales. Allí donde la Villa y su arquero se hicieron grandes, y donde a Palmira le faltó el temple necesario para llevarse una clasificación que tuvo en el bolsillo, pero se le terminó esfumando como arena entre los dedos.
Como los árboles, la Jarilla murió de pie.