Atraído por la bonanza turística, Luis Muñoz dejó su empleo como ingeniero civil y se mudó a esta isla de finas arenas blancas y tibias aguas azules del Caribe. Hoy, seis años después, sus sueños de prosperidad se han esfumado en medio de la crisis económica que golpea a Venezuela.
“Lo importante es sobrevivir y eso es lo que hacemos”', dijo Muñoz, de 42 años y gerente de un hotel que -al igual que otros- padece por la falta de artículos esenciales como papel de baño y toallas, y donde hasta recibir agua por las tuberías cada dos semanas se ha convertido en un lujo.
La isla Margarita, en el Caribe venezolano, fue hasta hace unos años uno de los principales destinos turísticos del Caribe y el sitio predilecto de turistas europeos y canadienses. Ahora, sin embargo, sufre las recurrentes fallas en el servicio de agua, frecuentes cortes eléctricos y una severa escasez de bienes básicos, con lo cual algunos hoteles ni siquiera pueden ofrecer alimentos a sus cada vez más escasos huéspedes.
Con una población de unos 600.000 habitantes, la isla tiene estos días un respiro con la XVII Cumbre del Movimiento de los Países No Alineados. Muchos margariteños aseguran que gracias al evento aumentó el suministro de agua en los sectores donde se encuentran algunos hoteles, se taparon los huecos de las calles y se repararon los semáforos de las principales vías, aunque eso no oculta los problemas que enfrenta el país.
Frente a una pequeña piscina de aguas turbias, que ha logrado mantenerse gracias a que se alimenta de un pozo subterráneo, Muñoz recordó cómo su hotel de estilo colonial de 46 habitaciones vivió largas temporadas repleto de turistas y centenares de niños que eran enviados en planes vacacionales financiados por diversos ministerios e instituciones estatales.
Enclavado en medio de una de las pocas zonas montañosas de la isla, el hotel “Balcones de Tacarigua” trata de subsistir con seis huéspedes que deben traer su papel higiénico, jabón y toallas debido a la escasez de productos. Además, hace casi un año suspendió las comidas.
“¿Cómo se puede ofrecer un desayuno si no sabemos si tú mismo vas a desayunar?” dijo Muñoz, quien al igual que la mayoría de habitantes de la isla contó que pasa largas horas bajo un inclemente sol y en kilométricas filas para tratar de conseguir alimentos.
La Cámara de Turismo local estima que la ocupación hotelera cayó a 35% en lo que va del año y los vuelos se redujeron en 50%.
El presidente de la cámara, Igor Viloria, dijo que hace una década cerca del 40% de los turistas que recibía la isla venían del exterior, especialmente de Europa, pero en la actualidad esa proporción se redujo a casi 4%.
Presidentes y autoridades de diversos países que atienden a la cumbre de los No Alineados esta semana llegarán a una isla que cuenta con una gran infraestructura de hoteles de todas las categorías y tres grandes emporios comerciales con exclusivas tiendas que muestran los vestigios de los años de opulencia que vivió el país petrolero en un pasado reciente.
Entre los líderes que asisten están los presidentes de Irán, Hassan Rouhani; de Bolivia, Evo Morales, y de Ecuador, Rafael Correa.
Sede del encuentro, el hotel Venetur Margarita es uno de los símbolos de esa extinta bonanza.
Administrado por años por la cadena Hilton, pasó a manos del Estado en 2009, año en que recibió al fallecido líder libio Moamar Kadafi. Para algunos turistas las penurias de los margariteños pueden pasar casi desapercibidas, aunque algunos sí notan la escasez y los elevados precios.