La intolerancia y el odio es lo que refuerzan estos discursos - Por Bettina Martino

La intolerancia y el odio es lo que refuerzan estos discursos - Por Bettina Martino
La intolerancia y el odio es lo que refuerzan estos discursos - Por Bettina Martino

Estamos habituados a que cualquier hecho conmocionante que circule por los medios o las redes venga acompañado de algunos condimentos: música incidental, primerísimos planos, detalles de la vida íntima: la sociedad de la sensación empuja a redoblar la apuesta cada día, aún a costa de la información. Pero si hay mujeres involucradas, se impone además mostrar sus cuerpos semidesnudos, escarbar sus prácticas sexuales, hablar de qué vestían, con quién andaban y dónde estaban sus madres mientras todo eso sucedía, evocar en selfies la felicidad truncada, traer a la niña en la voz de su maestra de la primaria, narrar cómo son sus días en una celda y la última novedad -que hasta puede ser practicada desde el propio celular con una aplicación- simular cómo se verán después de cumplir sus condenas; por mencionar sólo algo de lo que se ve en medios y redes.

No estamos discutiendo aquí lo que compete a la justicia resolver, no decimos que alguien es menos culpable (o más) por cuestionar la forma en que los medios construyen la realidad. Estamos hablando de la necesidad de problematizar lo que recibimos en forma de noticias: títulos, fotos, bajadas, epígrafes y cuerpos de las notas no son elementos aislados en el tratamiento mediático de estos casos, son parte de un conjunto que emerge con la forma de un orden de representación de los hechos que no es el mismo si los protagonistas son varones (mucho menos femicidas). No los vemos en sunga, ni decimos que se lo buscaron, ni comentamos sus “outfits” cuando van al juzgado.

Asistimos diariamente a la construcción de dicho orden, estamos casi habituados, está naturalizado, y olvidamos que no es inocuo porque con él viene dado también un orden moral: la orientación y los procedimientos de que éste se vale para hacer visible el mundo y también para inscribir y ubicar a las personas que aparecen en él, la mayor parte de las veces en forma homogeneizada, reforzando estereotipos.

Si es importante señalar estas operaciones, “decirlas”, desnaturalizarlas, no conformarse, es porque hay mucho en juego. La intolerancia, el odio, la xenofobia van asociadas muchas veces a los reforzamientos que desde los medios se hacen de estas actitudes existentes en el seno de lo social; aunque hablemos de representaciones, las experiencias que se producen son reales y afectan a personas de carne y hueso.

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