Virginia Woolf, John Cheever, Katherine Mansfield o Roland Barthes escribieron diarios íntimos en paralelo al cuerpo principal de sus obras. En el caso de Anaïs Nin, ocurre lo contrario: los diarios que escribió entre 1934 y 1975 la llevaron a ser mundialmente famosa y constituyen el eje en torno al cual orbita el resto de su producción literaria y ensayística.
El éxito, sin embargo, fue tardío. Sufrió durante mucho tiempo el rechazo de los editores por lo que terminaba escribiendo prácticamente sólo para sí misma: “Con todo, mi pobre diario, si no hubiera pensado que eres el único que siempre se interesa por lo que me sucede, jamás habría escrito una línea, porque al enfrentar el mundo, ese mundo que aparentemente solo me brindaba sinsabores… no habría podido hacerlo. No tenía el menor deseo de escribir para un mundo hostil. ¡Escribir para ti me brindó el tibio ambiente en el que yo puedo florecer!”.
El atractivo de esos diarios tuvo mucho que ver con el morbo de los lectores. El incesto, la bigamia, el aborto, los objetos de deseo múltiples (especialmente hombres, pero también mujeres y parientes, como su padre o su primo) pasean por páginas que siguen reeditándose hasta el presente y suscitando la aparición de nuevas generaciones de fans.
La crítica, a su vez, suele celebrar la habilidad de Nin para las descripciones de personajes cultos, las sesudas especulaciones en torno al psicoanálisis y el coqueteo con el surrealismo. Mucho antes de que el mercado editorial hablara de la llamada “literatura del yo” ella escribía compulsivamente sobre sí misma. Recién en 1966 vio la luz el primero de los siete tomos que se llegaron a publicar.
El Pulitzer Karl Shapiro, opinó, en aquel momento, para la revista Book Week: "Desde hace una generación, el mundo literario de ambos lados del Atlántico vivió entre los rumores sobre un diario extraordinario. Durante mucho tiempo se ha esperado la publicación de estos. Miss Nin vivió durante aquellos años que produjeron un gran espasmo de creación artística. En su cosmopolita vida conoció a escritores, pintores, músicos, bailarines y actores. Ella misma era uno de los talentos centrales de esa época. Los primeros lectores del manuscrito lo discutían en términos hiperbólicos, como obra que iba a ocupar un lugar entre las grandes revelaciones literarias. Por fin, aparece un fragmento importante de este diario y parece que las esperanzas fueron fundadas."
Su padre, Joaquín Nin, fue un músico cubano de ascendencia española y su madre, Rosa Culmell, fue una cantante, también cubana, pero de origen francés. Bautizada como Ángela Anaïs Juana Antolina Rosa Edelmira Nin Culmell, Nin nació el 21 de febrero de 1903 en Francia, pero pasó algunos años en La Habana, donde se casó, en 1923, con Hugh Parker-Guiler, un banquero estadounidense soltero y codiciado por muchas mujeres.
La riqueza de su marido le permitió vivir cómodamente en París, ciudad en la que cultivó amistades influyentes. Nin siempre habló de su marido como “un amor menor” y le fue sostenidamente infiel.
Su amante más famoso fue Henry Miller, pero hubo otros como el psicoanalista Rene Allendy. Ella consignó en sus diarios las jugosas peripecias del amantazgo: “Anoche oculté a Henry en el cuarto para huéspedes. A medianoche, cuando Hugh llegó a casa, yo escribía en mi diario. Esta mañana Henry duerme y yo pienso en Allendy. Estos hombres cuya feminidad los vuelve pasivos y esquivos me excitan hasta el delirio. He asumido que debo cumplir el papel más fuerte. Allendy quiere que lo llame, le escriba, que sea activa, tal como quieren Hugo, Eduardo y Henry. Cuando no tomo la delantera, Henry se siente angustiado. Muy bien. Acepto este papel que mi feminidad detesta. Lo que hay de timorato y delicado y sumiso en ellos despierta mis fuerzas, me excita. Mi destino es ser el amante: qué signo trágico”.
Los diarios de Nin también revelan su devoción por las aristas novelescas de la vida, el goce que surge a partir de las idas y vueltas de las relaciones amorosas e interpersonales. Es una mujer a la que las telarañas sentimentales fascinan: “Los celos de Hugh me halagan. Está celoso de Allendy.
Mañana irá a decirle que le ha quitado a su esposa, le dirá que está derrotado, que me ha entendido muy bien, todo lo bien que puede un científico, pero que él, Hugh, me posee. Hugh sabe que Allendy quería provocar sus celos, de una vez por todas, para que mostrara agresividad con los hombres y no amor y complacencia, para que se salvara de su pasividad homosexual, por la cual deja que otros hombres amen a su mujer.
Sabe que todo esto debe de ser un juego psicoanalítico con un propósito definido, pero en este caso no se trata de un juego, porque los sentimientos de Allendy están involucrados. ¡De modo que lo que Hugh le diga herirá a Allendy! ¡Y Hugh va a herir al hombre que más ama para afirmar su hombría y su amor por mí!
Y mientras Hugh me cuenta todo esto, con su nueva y clara intuición, yo permanezco en silencio, deseando temerosa que no haga daño a Allendy”.
Nin había iniciado la relación con Miller cuando él era todavía un escritor desconocido. Ella confió en su talento tanto como para financiar, con dinero de su esposo, parte de la publicación de “Trópico de Cáncer”. La relación entre los dos escritores, despuntó un famoso triángulo amoroso cuyo tercer ángulo es la esposa de Henry, June Mansfield. Nin supo ver lo literario del asunto y escribe "Henry y June", un libro que fue reconocido mucho más tarde pero lo suficiente como para ser llevado al cine por Philip Kaufman.
Pero antes de que Hollywood supiera de ella, la imposibilidad de conquistar al público norteamericano fue otro de los grandes temas de sus diarios. En 1941, recibió una carta de Miller totalmente premonitoria: "Te equivocas al hacerte ilusiones sobre la actitud de los americanos. Serás aceptada bastante bien, magníficamente, cuando aparezca tu obra maestra. Es decir, el diario" Y así fue, con el tiempo Nin se consagró en Estados Unidos y en el resto del mundo, y pasó su vejez entre homenajes y entrevistas.
Su vida amorosa resultó notable hasta el final. A los 44 años, se enamoró de su agente literario, Rupert Pole, casi 20 años menor que ella, con quien convivió dos décadas, aunque sin divorciarse de Hugh.
El 14 de enero de 1977, murió de cáncer. Desde entonces, su obra y su figura se fueron agigantando y llegaron a editarse, al margen de los diarios, aquellas novelas que durante su vida habían sido sucesivamente rechazadas.
En una de las últimas definiciones que dio sobre sí, dijo: “En mí siempre hubo dos mujeres: Una desesperada y confundida, que sentía ahogarse. La otra, que saltaba al escenario, escondía sus verdaderas emociones porque eran debilidades, fragilidad, desesperación, y al mundo presentaba sólo una sonrisa, pasión, curiosidad, entusiasmo”.
EN TRES LINEAS
1. Nació en Francia el 21 de febrero de 1903 y murió allí el 14 de enero de 1977.
2. Sus diarios íntimos la catapultaron a la fama después de fracasar durante años con los editores.
3. Fue amante de Henry Miller, entre otros.