"El problema es Boca ", repiten los encargados de la seguridad en el torneo de verano . La interna abierta entre la barra oficial, liderada por Cristian Fido Debaux, y los disidentes, encabezados por los ex jefes Mauro Martín y Rafael Di Zeo, puede explotar como una granada a orillas del mar.
Ambas facciones se amenazaron por las redes sociales e infundieron el temor en esta ciudad. En el gobierno bonaerense saben que las esquirlas de una eventual guerra por el paravalanchas salpicarían a Daniel Scioli, precandidato presidencial por el Frente para la Victoria. Y quieren evitarlo.
Por eso, la cúpula del ministerio de seguridad se reúne mano a mano con los barras disidentes. El escenario varía: a veces en Buenos Aires, otras en Pinamar. Y también aquí, en Mar del Plata. El objetivo: evitar que la Feliz se convierta en campo de batalla.
"Están tranquilos", cuenta una fuente al tanto de las negociaciones. Algo de esa calma irradiaron Alejandro Granados, secretario de seguridad bonaerense, Hugo Matzkin, jefe de la policía provincial y Oscar Bazán Vera, mano derecha de Granados. Los tres almorzaron el jueves en el hotel Provincial.
El operativo de seguridad para el partido de hoy involucrará a más de 1000 personas. Alrededor de 750 efectivos estarán abocadas a la seguridad deportiva, es decir, todo lo que ocurra en el estadio José María Minella: serán apenas 150 hombres menos que para el primer superclásico de verano, que se jugará aquí el próximo sábado. También habrá 300 integrantes del operativo Sol, cuya tarea será controlar la seguridad ciudadana, es decir, que no haya ningún disturbio en las calles y playas de la Feliz provocada por hinchas de ambos equipos.
Está previsto que cinco ómnibus salgan al mediodía de Casa Amarilla con integrantes de la barra oficial de Boca. No bien lleguen a esta ciudad, la Policía los escoltará hasta el estadio, donde aguardarán hasta la hora del partido. Desde Avellaneda partirá una cantidad similar de micros con hinchas de Racing. La salida será más temprano: alrededor de las siete de la mañana. Una vez que lleguen a esta ciudad tendrán libertad, aunque se espera que se junten en la playa Varese, su búnker habitual.
"No van a venir a hacer quilombo acá", fue la promesa que le hicieron al gobernador Daniel Scioli, que también está atento a lo que pueda pasar en el fútbol de verano. Él, junto con el secretario de Deporte, Alejandro Rodríguez, fue uno de los impulsores de que los partidos a orillas del mar tuvieran público de los dos equipos, a contramano de lo que sucede en los torneos de la AFA, en los que los visitantes están vedados.
La gobernación bonaerense presentó los partidos de verano con un encuentro al que asistieron los presidentes de los equipos participantes, junto con el máximo directivo del fútbol argentino, Luis Segura. En esa ocasión, el ejecutivo provincial se puso a disposición de los clubes para lo que necesitaran.
La presencia de hinchas de ambos conjuntos garantiza una mayor facturación para los organizadores y, también, para la intendencia de General Pueyrredón que encabeza Gustavo Pulti. Todos los negocios parafutbolísticos (venta de bebidas, choripanes, merchandising, viajes en taxi, remises y ómnibus) aumentan, por lo que el movimiento económico es mayor con las dos hinchadas que con una.
Los funcionarios bonaerenses están tan seguros de que no ocurrirá nada porque, además de haber gestionado con ellos mano a mano, los integrantes de la barra disidente integran la lista de hinchas con derecho de admisión que presentó Boca. En ella están Di Zeo, Martín y Maximiliano Mazzaro. El club xeneize incluyó a 130 personas en la nómina.
Por eso, aunque los disidentes pretendan plantarse en la tribuna y luchar mano a mano por el control del paravalanchas, la Policía tendrá argumentos legales para impedirles el ingreso al Minella. Sí puede ocurrir que un ejército de segundas y terceras líneas (que no están en el listado de derecho de admisión) entren en la cancha bien temprano y pretendan colonizar la tribuna.
En la ciudad de Buenos Aires, mientras tanto, el presidente de Boca, Daniel Angelici, reconoció en varias ocasiones los problemas con la barra brava. Sin embargo, como integrante de Pro, la fuerza política que encabeza Mauricio Macri, el mejor escenario es que la interna se desate más allá de la General Paz y el Riachuelo. Cuanto más lejos de la Bombonera, mucho mejor. Justo lo que Scioli y sus funcionarios naranjas quieren evitar.
El año político que acaba de empezar sensibiliza el escenario. En el tablero actual, cualquier paso en falso puede ser utilizado por los rivales para sacar rédito de cara a las elecciones presidenciales. Lo saben Granados y Angelici; Scioli y Macri. La violencia no le sirve a nadie, salvo a quienes hacen negocios con la violencia, el terror y las amenazas.