Era una asamblea ordinaria de ATE. No parecía revestir conflictividad alguna, salvo por la interna que hoy divide al sindicato de estatales de Mendoza. Pero el encuentro terminó con presencia policial, impugnación de lo resuelto, denuncias cruzadas y dos facciones con una fractura que no tiene vuelta atrás.
De acuerdo a la actual jefa del sindicato, Raquel Blas, sus opositores llegaron apoyados por una patota de Guaymallén; del otro lado, Carlos Simón jura que Blas levantó las acreditaciones y dejó sin participar a 150 afiliados, motivo por el que presentaron impugnaciones ante ATE nacional.
Es curioso cómo se cuentan las historias y cómo cada relato busca fijar una interpretación de los hechos. Lo concreto es que en junio debería haber elecciones para elegir al sucesor o sucesora de Raquel Blas; que en la asamblea de ayer debían elegirse congresales para aprobar la memoria y balance de la actual gestión y supuestamente también votarse la junta electoral que controlará las elecciones.
Cuando se dice supuestamente es porque, ante la consulta de Los Andes a Blas, ella dijo que era una “asamblea ordinaria para elegir congresales para memoria y balance, no es nada tan trascendente”; no parecen motivos demasiados conflictivos como para desatar el caos en la asamblea.
A pesar de lo rutinario del cónclave, se cuenta que hay una impugnación previa a la asamblea ordinaria, presentada el lunes pasado ante la delegación local del Ministerio de Trabajo de la Nación, justamente porque no se había incluido en la convocatoria el tratamiento de la memoria y balance.
En el sector de Simón se agitan las sospechas en la gestión de los fondos de ATE y se acusa directamente a Blas.
Cuando se le consulta a Simón aparece la elección de la junta electoral. Entonces surge un motivo para que hubiese conflictividad en el encuentro realizado ayer en el salón de la Sociedad Libanesa, de calle Necochea al 500. Es que controlar ese órgano puede ser la diferencia entre ganar o perder una elección sindical.
La asamblea estaba convocada a las 8 de la mañana, hora en la que debían iniciarse las acreditaciones de quienes debían votar. La cita era para cualquier afiliado al sindicato estatal, motivo por el cuál todos los que quisieran ser parte debían asistir con documento y bono de sueldo en el que figure el aporte al gremio.
A media mañana se produjeron los incidentes y entonces los relatos se bifurcan. Según Blas, “apareció una patota de (Luis) Lobos. Aparecieron con micros del propio municipio. Les han pagado, según nos han contado algunos compañeros, 100 mangos a cada uno para que vinieran a romper. Cuando vieron que no les daban los votos para la elección de congresales, empezaron a tirar petardos, no querían votar con las credenciales, querían votar a mano alzada, querían meter gente no afiliada en la asamblea”.
Según Simón: “Cuando tenía la mitad de los presentes acreditados Raquel empieza el plenario con más de 150 compañeros sin acreditar. Ella empieza la asamblea, los compañeros ingresaron e impugnaron el plenario porque está dejando afiliados sin participar. Habla de democracia sindical y quiere dejar a los compañeros sin votar; habla de autonomía de los partidos políticos, dice que nosotros estamos con el Gobierno y metió a militantes del Partido Obrero en la asamblea”.
Volaron algunas sillas y algunos petardos y los seguidores de Simón se fueron a la sede de ATE de calle Belgrano casi Avellaneda. Hicieron algunas pintadas en el frente, incluida la palabra “ladrones”, bajo la atenta mirada de efectivos de la Policía que esperaban la llegada de la columna de Blas.
Blas y Roberto Macho, más un grupo de acólitos, ingresaron a la sede sindical. La otra columna se aglutinó en torno a Simón, quien informó que había hablado a la conducción nacional de ATE y que se elegiría en Buenos Aires la junta electoral que controlará el futuro comicio en el gremio.
De los dos lados hubo escribanos que supuestamente darán fe de lo sucedido. Del lado opositor se afirma que en los próximos días se presentará la segunda impugnación a la asamblea ordinaria.
Cuando la política se empezó a meter en el gremio
El 30 de setiembre pasado Los Andes informaba acerca de la ruptura en la conducción de ATE. Desde hace años que los dos colaboradores más cercanos a Raquel Blas son Roberto Macho y Carlos Simón, de hecho el primero es secretario adjunto y el segundo secretario gremial.
La pelea surgió el año pasado, cuando Blas intentó dar el salto a la política y jugó sus fichas para ser candidata a legisladora provincial por el Partido Obrero, fuerza que es parte del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT).
Un grupo de afiliados de ATE no vio con buenos ojos el salto a la política de Blas. Ese grupo fue liderado por Simón. Claro que Blas ya había elegido a su sucesor, en caso de tener que abandonar la conducción del gremio: Macho.
Blas decía ayer que “incluso hay una radical que ha estado con (Julio) Cobos operando con ellos”. Hablaba de Mónica Zicato, una histórica afiliada a ATE Legislatura, que viene acompañando a Blas desde hace años. Ahora, como se plegó al grupo de Simón, resulta ser una operadora del cobismo para conspirar contra la conducción del sindicato.
El clima está caldeado. Hay mucho rumor y mucha versión que ensucian la cancha. Lo único concreto es que el sector de Simón cuenta con el apoyo explícito del dirigente nacional Pablo Micheli, quien vino a fines del año pasado a levantarle la mano al opositor a Blas. El 27 de noviembre pasado, este diario publicaba la información y mostraba la foto del líder de la CTA opositora al Gobierno nacional y Simón juntos.
De hecho, es este sector liderado por Simón el que mantiene para sí la famosa lista verde anusate que llevó a Blas a la conducción del gremio. Esa lista verde es la que lidera Micheli a nivel nacional.