La inteligencia artificial designa una capacidad que adquieren las máquinas para aprender sin programación explícita. No es una máquina en particular: son muchas las tecnologías que aplican inteligencia artificial como la automatización, la robótica avanzada, los sistemas de transporte autónomos, la internet de las cosas.
Las máquinas son cada vez más inteligentes porque el proceso de invención y desarrollo se realiza en todo el mundo en todos los campos. Este proceso de mejora obedece a múltiples razones: por una parte, porque cada día sabemos más sobre cómo funciona nuestro propio cerebro, por otra a que la utilidad económica permite hacer más y mejor, como más rápido y a menor costo lo que antes hacía un ser humano.
LA IA reconoce al menos tres tipos:
* La inteligencia artificial convencional o simbólico-deductiva. Centrada en el análisis formal y estadístico del comportamiento humano ante diferentes problemas, realiza un función determinada con mayor celeridad y eficacia que el humano.
* La Inteligencia Computacional o sub-simbólica-inductiva, supone que puede realizar un aprendizaje interactivo y efectuar cambios en los parámetros en sistemas de conexiones, el aprendizaje se realiza basándose en datos empíricos. Pero esto puede aún cambiar, porque la AI aprende a través de la computación cognitiva, pero lo hace principalmente a través de millones de imágenes en cuestión de segundos. Y cuando una máquina aprende algo, puede transmitir ese conocimiento a toda una red de máquinas conectadas - al instante.
* La inteligencia artificial general (AGI) que es esencialmente un sistema completo de inteligencia artificial, que iguala o excede la inteligencia humana promedio incluso en términos de capacidad cognitiva o inteligencia emocional. La AGI tendría capacidad creativa, interactuando con el entorno y adquiriría aptitud para vincular ideas dispares, lo que ninguna computadora puede hacer hoy. Su estadio de desarrollo aún transita lo hipotético, no obstante los grandes y continuos avances en el campo y la mejora de los complejos algoritmos matemáticos. La aparición de un AGI revolucionaría todo lo que sabemos sobre tecnología.
Un sistema de inteligencia artificial capaz de razonamiento abstracto, de creatividad y de resolución de problemas inspiraría cambios muy rápidos, a gran escala, en la forma de resolver problemas como la exploración del espacio, la prevención de la salud, la seguridad pública, la educación y muchos otros aspectos de la economía y la sociedad.
La velocidad de avance del futuro tecnológico puede hacer pensar que ningún gobierno o corporación podrán controlarlo. Muchos temen perder sus trabajos a manos de un robot o de una línea de código; o un levantamiento de robots, para dominar a los humanos. Pero es el desarrollo descontrolado de la AGI lo que puede hacer temer que no sea positivo para la humanidad en su conjunto.
El mayor problema para su desarrollo no es técnico, a pesar de la extrema complejidad que supone, sino que reside en la integración de la masa crítica multidisciplinaria de científicos y una muy fuerte inversión a también muy largo plazo.
A pesar de la incalculable rentabilidad que una inteligencia de este tipo traería en cualquier campo de la economía, la misma no tienta a los inversores privados. Si se tiene en consideración cómo inversores y los capitales de riesgo se focalizan en sus negocios, la construcción de una AGI nunca obtendrían el financiamiento privado que se necesita. Capitales de riesgo que respaldan startups orientada a la Inteligencia Artificial, en empresas con grandes modelos comerciales que usan inteligencia artificial para resolver un gran problema, o compañías que tienen en sus manos un gran y valioso conjunto de datos para algoritmos de capacitación.
La industria privada, entonces, no nos llevará a nuestra futura AGI. Por lo que el desarrollo de la AGI sólo puede darse si la financiación proviene de fuentes, gubernamentales.
Existen precedentes: El discurso "Átomos para la paz" de Eisenhower: prologó del desarrollo de centrales atómicas en la inmediata pos-guerra. La Iniciativa de Defensa Estratégica de Ronal Reagan, en los 80; a pesar de su inconsistencia científica contribuyó a la desaparición de la Unión soviética y al fin de la guerra fría. La investigación sobre el genoma humano, alcanzó 3.000 millones de dólares a lo largo de una década. Puede incluirse en este apretado resumen la Iniciativa Nacional Estratégica de Informática de 2015 de Obama, para construir la primera computadora "exascale", la más rápida supercomputadora del mundo.
En este renacimiento de la guerra fría Putin, el 1 de setiembre de 2017 llamó a la inteligencia artificial "no solo el futuro de Rusia" sino "el futuro de toda la humanidad" y dijo que quien alcance un avance en el desarrollo de la inteligencia artificial dominará el mundo.
Los Emiratos Árabes Unidos anunciaron recientemente la designación del primer ministro de Estado de Inteligencia Artificial: Omar Bin Sultan Al Olama, de 27 años. Olama señalaba: queremos que los EAU se conviertan en el país más preparado del mundo para la inteligencia artificial" en una nueva etapa en la búsqueda de "habilidades futuras, ciencias del futuro y tecnología futura".
En julio, China anunció un plan para convertirse en el líder mundial en inteligencia artificial (IA) y crear para 2030 una industria con un valor de 150 mil millones de dólares para su economía. Lo que se considera como la amenaza más importante en décadas al liderazgo estadounidense en la investigación tecnológica.
Como la energía atómica, que inauguró una nueva era, la AGI tiene dos caras: una potencialmente destructiva y otra de grandes beneficios -que casi seguramente se concentrarán en grandes corporaciones- aunque contribuyan también al mejor vivir de la humanidad.
Como puede deducirse, las estrategias de futuro no abandonan las hipótesis de conflictos. En esta perspectiva el futuro de la humanidad seguirá estando reducido a grandes poderes: algunos nacionales en alianza con las grandes corporaciones que hagan viables estos desarrollos.
Es posible que corporaciones en el área de información y comunicación, algunos gobiernos o nuevas organizaciones internacionales procuren regir y controlar la AGI.
Frente a esto ¿cuáles son nuestras opciones? El sometimiento a esta dialéctica sin esperanza o la búsqueda intensiva de alternativas donde lo social se imponga a la política y a la economía.
El Millennium Project, hace años, reclamaba una estrategia supranacional que pusiera bajo control el comercio de armas, el narcotráfico, el lavado de dinero y la corrupción.
Mañana la AGI puede representar una amenaza a los pueblos del mundo de una magnitud desconocida hasta el presente.
En agosto en Praga, en una conferencia sobre Inteligencia Artificial a Nivel Humano,varios participantes se preguntaban: ¿es hora de crear acuerdos internacionales, consejos de ética y organismos reguladores en gobiernos, empresas privadas y en el mundo académico?
Eso pienso.