Con precios que subieron casi 100% desde marzo y achicaron la brecha a poco más de $ 6 con la nafta, está clarísimo que usar GNC ya no es tan buen negocio. De hecho, la cantidad de equipos instalados en Mendoza cayó un 75% en apenas 3 meses: de 600 vehículos adaptados antes del tarifazo, en junio fueron apenas 150.
Los datos de la Cámara Argentina de Productores de Equipos Completos y Afines (Capec) para la región dibujan un tobogán que está lejos de enderezarse. Sobre todo porque estiman que antes de fin de año habrá al menos otro 15% de retracción.
“Más se achica la brecha con la nafta, menor es el número de conversiones”, dice a modo de regla Hugo Lamy, presidente de Capec, para quien Argentina llegó a ser líder mundial con una capacidad instalada de 40 mil equipos de GNC mensuales, y hasta 18 mil vehículos convertidos en todo el país, que con una caída por debajo de los 6 mil mensuales de a poco empieza a ser ociosa.
La cámara empresaria, que agrupa a 7 productores de equipamiento en Mendoza, prepara una presentación para exponer esos números y justificar correctivos para evitar males mayores. La situación es tan grave que puede acarrear ajustes en los próximos meses, entre despidos y cierres (ver aparte).
Menor presencia nacional
Ya en marzo se colocaban 12 mil unidades. Pero Lamy asevera que a raíz del tarifazo el nivel de conversiones se redujo a 6 mil. En ese contexto, Mendoza, que durante el furor del GNC representaba 7%, empezó a experimentar una retracción desde 2009 arrastrada por un aumento gradual de precios en surtidor, para ubicarse en 5% a principios de año. Y actualmente, en un pobre 2%.
Traducidos a cifras, significa que mientras en marzo, antes de que comenzara la actualización de tarifas y la suba sostenida de precios en surtidor, unos 600 vehículos “se pasaban” a GNC, para junio a los talleres locales sólo entraron 150 autos y camionetas.
Lo llamativo es que otras localidades del país conservan su participación, como el 8% de Rosario. Para algunos operadores, más allá de las tarifas, también hay especulación en los precios al público lo que explica la dispersión referida por el ministro de Energía, Juan Aranguren.
Un ejemplo: al final del primer trimestre, para un usuario de GNC en Buenos Aires el m3 costaba $ 3,80. Mientras que un automovilista mendocino ya pagaba $ 6,30.
La brecha
“Los precios empezaron a encarecerse desde 2009 más en el interior del país que en Buenos Aires, lo que impacta en toda la cadena. Ahora está claro que Aranguren, que viene de una petrolera, quiere terminar con la actividad del GNC”, analiza Lamy.
Pero la brecha que importa es la que marca la mayor o menor conveniencia de cargar con GNC o combustible líquido.
Así, la distancia histórica del 60 a 65% entre el metro cúbico y un litro de nafta súper, el tarifazo la recortó a menos del 40%.
Para el rubro, Mendoza es considerada un punto crítico: $ 17,50 de la nafta súper contra $ 9,98 (Gran Mendoza) a $ 11,90 (San Rafael) del GNC, con cierto manejo discrecional de los valores en zonas alejadas.
Los cambios y la intermediación
Para los expendedores, haber recibido facturas hasta 6 veces superiores fue el primer gran inconveniente. Según Jorge Reyes, propietario de 3 estaciones en Guaymallén, “evidentemente cayeron las ventas, pero el verdadero problema son los precios relativos.
La gente cree que es recibir gas y venderlo, pocos saben que del precio que pagan, la mitad es el costo del GNC, sin contar el gasto que hay en energía”.
Como algunos de sus competidores, Reyes se queja de que “no sólo subieron las tarifas, sino que sorprendió la equiparación de impuestos internos al nivel de las naftas. El margen de ajuste no existe: hay que lograr más volumen, porque se trabaja al costo”.
Quienes participan del negocio del gas natural comprimido reconocen que hay una tercera pata para entender por qué dejó de ser rentable el negocio. Y tiene que ver con la intermediación.
Es que también cambió la modalidad de facturación. De la posibilidad de comprar directamente al productor a través del mercado electrónico (a U$S 7, un 50% más caro que el importado desde Bolivia), ahora las estaciones deben facturarle a Distribuidora de Gas Cuyana, el nuevo intermediario.
A esa modificación dispuesta por el Gobierno le atribuyen ahora el hecho de que se genere un costo extra del 10% como mínimo, trasladable al cliente final.
Amena busca bajar la carga impositiva
“Estamos trabajando en el tema impositivo para lograr una reducción. Es un componente que tiene un impacto muy elevado”, reconoció el presidente de Amena (Asociación Mendocina de Expendedores de Naftas y Afines), Octavio D'Ascanio.
La gestión institucional recoge las quejas de la mayoría de los operadores a partir de un dato fuerte: en la composición de los precios en el surtidor, un 50% es el precio del GNC, pero los impuestos le siguen en importancia.
“Pagamos hasta 17 ítems y muchos son impuestos sin sentido”, reclama el dueño de una estación de servicio, a la espera de que el trámite consiga su cometido. Amena se propone ultimar detalles para presentar su proyecto la semana próxima, y si bien D'Ascanio es cauto, admite que, agotada la vía administrativa, irán a la Justicia.
Calculan 2.500 trabajos en riesgo
“En el sector industrial, es poco probable poder persistir otros 4 meses en estas condiciones. Nadie puede soportar una caída de más del 70% de la ventas. Es algo terrorífico”, señaló Lamy.
Antes de pensar en cierres, los empresarios admiten que el riesgo de ajuste pone en foco a unos 2.500 empleados entre fabricantes, centros de reprueba y talleres de montajes.
No obstante, se esperanzan en ampliar el alcance de algunos amparos que la Justicia Federal, como la de Mendoza, concedió para preservar a los usuarios residenciales de gas del tarifazo que aplicó el Gobierno. Y, de igual modo, lograr retrotraer valores al 31 de marzo.