La inseguridad - Por Jorge Sosa

Estoy parado en un semáforo y pasar a ser el incauto al que le robaron en esa esquina.

La inseguridad - Por Jorge  Sosa
La inseguridad - Por Jorge Sosa

Todos somos blancos, no hay nadie que esté exento de que, en algún momento de algún día, lo sorprenda el delito, encapuchado o no y le quite algo de su propiedad, inclusive lo más valioso: la vida.

Tenemos miedo. Nos puede pasar, entonces, que andamos mirando de reojo a ver quién se nos acerca, quién pasa por nuestro costado.

Uno lee los diarios o ve los informativos por televisión y asimila un 40% de la información (por lo menos) ligada a hecho delictivos.

Los hay de todo tipo y variantes. Andando por la calle alguien puede manotearle la cartera a la señora o el celular a cualquiera que lo ande llevando en la mano.

Los motochorros son una institución del mal en cualquier lugar del país y te pueden asaltar en el momento menos pensado, que es lo que, precisamente, ellos buscan.

Las entraderas y las salideras siguen siendo métodos usados por los delincuentes para armarse de bienes ajenos y a veces lo cumplen con tal violencia que da miedo abrir la puerta, aunque quien esté del otro lado sea el del delivery que pidieron.

El ajuste de cuentas entre delincuentes es algo común. Se producen balaceras en lugares habitados y muchas veces caen personas que no tienen nada que ver en sus litigios. Se hace difícil andar y aún permanecer. Uno se acuesta y mira debajo de la cama por las dudas ahí se oculte uno de los malhechores.

Se crea como una psicosis colectiva que nos llena de incertidumbre y uno no sabe ya si salir o quedarse a esperar que le toquen el timbre los chorros.

Chorro es una palabra extendida en América y que parece provenir del quechua “churu”: “persona elegante, persona audaz”. En Argentina, Bolivia, Uruguay, Chile, Venezuela, Perú, Ecuador y Colombia, esta palabra define a una persona vulgar, insolente, pendenciera. Pero el origen del término que estamos utilizando, viene del caló, la lengua del pueblo gitano de España, en la que “chorar” significa literalmente “robar” y “choro, chorro” sería “ladrón”.

Por ahí andan, en este exacto momento en el que usted me lee algún hecho delictivo está ocurriendo y seguramente aparecerá en los titulares de mañana.

Para combatirlos están las llamadas “Fuerzas de Seguridad”, pero es tan amplio el territorio de nuestra ciudad, por poner un ejemplo, que esas fuerzas no pueden cubrirlo con permanencia. Haría falta colocar un policía por cuadra y el presupuesto no da para eso, además, no sé si sería del todo eficaz.

La Policía hace lo que puede pero lo que puede es poco ante los acontecimientos que ocurren. Se han tomado algunas medidas al respecto como son las cámaras de seguridad, pero al parecer los chorros le dan poca importancia y cometen los atropellos aunque sean filmados a cara descubierta.

Deberíamos unificar la raza de nuestras mascotas, deberíamos tener todos perros de policía.

No es un problema únicamente de nuestro país, ocurre en todos los países del mundo sin excepción y mientras sigan existiendo diferencias tan grandes entre los niveles de vida de sus habitantes, seguirán ocurriendo.

Estoy parado en una esquina esperando a que cambie el semáforo y puedo pasar a ser el incauto al que robaron en esa esquina.

La inseguridad es una cuestión de todos los días y ya no cabe lugar para el asombro, todo es posible y todo sucede.

Voy a ver el noticiero de esta noche, seguramente algo habrá ocurrido y mi miedo crecerá un poquito más.

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