Desde que llegó el general José de San Martín a Mendoza para hacerse cargo de la Gobernación Intendencia de Cuyo, encontró en la población un aliado para su plan libertador. Siempre agradecido, escribió en varias ocasiones sobre el valor que encontró en su “Ínsula cuyana” como le gustaba llamar a estas tierras.
“Sería insensible al atractivo eficaz de la virtud, si al separarme del honrado benemérito Pueblo de Mendoza no probara mi espíritu toda la agudeza de un sentimiento tan vivo como justo. Cerca de tres años he tenido el honor de presidirle, y sus heroicos sacrificios por la Independencia y prosperidad común de la Nación, pueden numerarse por los minutos de la duración de mi Gobierno. A ellos y a las particulares distinciones con que me han honrado, protesto mi gratitud eterna. E indelebles en mi memoria sus ilustres virtudes será de los habitantes de esta Capital con todas circunstancias, y tiempos el más fiel y verdadero amigo”, puede leerse en un extracto de una de las misivas.
“Estoy en la inmortal Provincia de Cuyo y aquí todo se puede, todo se hace”, describe en otro de sus manuscritos.
“La educación forma el espíritu de hombres. La naturaleza misma, el genio, la índole, ceden a la acción fuerte de este admirable resorte de la sociedad... Los pobladores del nuevo mundo son susceptibles de las mejores luces”, resuelve en una de sus circulares para fomentar la educación y el patriotismo.