En busca de nuevos horizontes y un tanto desilusionada del país, Laura Grippi (49) tenía previsto emigrar del país hacia Alemania apenas se recibiera de ingeniera.
Sin embargo unos años antes conoció al joven que se convertiría en el hombre de su vida, por lo que decidió posponer sus planes y comenzó a trabajar para Impsa.
Más tarde el chico coincidió en su deseo y hace 24 años ambos se fueron a vivir a Italia. Actualmente viven en un pueblo con menos de 3.000 habitantes a unos 80 kilómetros de Milán. Allí la mendocina trabaja en una empresa dedicada a la construcción de caudalímetros y sistemas de medida de líquidos derivados del petróleo.
"Nací en Guaymallén, precisamente en San José, pero cuando tenía 3 años nos mudamos a Godoy Cruz donde crecí y viví hasta que decidí venir a Italia", relató la mujer desde ese país europeo. La primaria y la secundaria las cursó en la escuela Normal Tomás Godoy Cruz.
"Tengo excelentes recuerdos tanto de mis compañeras y compañeros como de las profesoras y profesores", remarcó. En ese entonces optó por el bachillerato en ciencias físico matemáticas, pensando en que sería más fácil para encontrar trabajo. A la hora de elegir una carrera Laura se decidió por Ingeniería en Electrónica y Electricidad en la Universidad de Mendoza.
"Me egresé en diciembre de 1989 y para mi gran sorpresa obtuve el mejor promedio de mi curso y recibí de la asociación de mujeres universitarias de Mendoza un premio por este motivo", recordó la profesional.
Durante sus años de facultad notaba como la Argentina retrocedía en su posición en el mundo. "Cada día el poder adquisitivo de la clase media disminuía. Se volvía más difícil para los jóvenes encontrar trabajo. Cada día la gente se lamentaba más y más", describió. Para ella, la llegada de la democracia en el 1983 fue como un viento de esperanza.
"Participé con entusiasmo a mi primer derecho al voto con mis flamantes 18 años y contagiada por mi hermana abogada. En pocos años el gobierno de Alfonsín, imposibilitado de hacer frente a una oposición salvaje, no pudo hacer practicante nada para mejorar las condiciones del país", narró a la vez que reconoció que en esos años maduró en ella el deseo de vivir en otro lugar del mundo.
"Primero pensé en Alemania. La Universidad de Mendoza, colaboraba con el instituto Max Plank de Goettingen y yo empecé a hacer contactos para obtener una beca de post grado", señaló y continuó: "En 1987 conocí a un chico, hoy mi marido, que me hizo modificar levemente mis planes. Nunca hice el post grado, apenas me recibí obtuve una beca en Impsa que se transformó en puesto fijo".
En 1990 su novio tuvo la oportunidad de ser transferido al extranjero y fue así que terminó en Italia. Desde hace 21 años trabaja en una empresa de 70 empleados (considerada mediana), dedicada a la construcción de caudalímetros y en general sistemas de medida de líquidos derivados del petróleo (combustibles).
"Son pocas las empresas en el mundo de este tipo. La mayor parte están en Estados Unidos y Alemania, países que dominan esta tecnología importante por dos aspectos fundamentales: el peligro de explosiones y la metrología legal", precisó la mendocina.
Actualmente se desempeña como "jefe de proyecto" puesto que le exige seguir y coordinar el desarrollo de un "proyecto" desde el primer contacto con el cliente, pasando por la oferta, la orden de compra hasta la puesta en marcha del dispositivo o conjunto de dispositivos suministrados.
"Aplicar estos conceptos a dispositivos electrónicos de interface hombre-máquina ha significado para mí descubrir un universo sumamente interesante", destacó Laura.
Más allá de estar feliz por sus logros profesionales a la ingeniera la satisface haber podido encontrar un equilibrio entre su familia y su carrera.
"Por supuesto siempre con la ayuda de mi marido, un agente de comercio de discreto éxito, que ha siempre compartido conmigo las cargas de la gestión de la casa y siempre me ha apoyado en cada una de las dificultades encontradas en la vida. Y también de mi suegra, quien dedicó sus últimos años de vida a ayudarme a criar a mi hija en un modo excepcional y por lo cual le estaré eternamente agradecida", aseguró.
Lejos de pretender volver a la provincia, para ella el país ha empeorado su situación desde que se fue: "En estos 24 años la situación que dejé no solo no ha mejorado, ha seguramente empeorado, menor poder adquisitivo, aumento de la criminalidad, más desocupación, más demagogia, más corrupción, menos respeto por el ambiente", detalló. En cambio afirma que prefiere recordar "su" Mendoza con todas las cosa bellas que se decían de ella. "
Limpia, ordenada, tranquila, con sol más de 300 días al año, con la nieve cada tanto y con los otoños sin parangón, esperando en lo profundo de mi corazón que un día surja un guía que lleve de nuevo mi provincia y mi país por el sendero de grandeza que se merece", cerró.