La industria vitivinícola deberá bajar costos para poder subsistir

La industria vitivinícola deberá bajar costos para poder subsistir

La industria vitivinícola a nivel nacional es una caso realmente particular donde se pueden encontrar grandes casos de éxitos como de rotundos fracasos, todo dependiendo desde el punto de vista donde se haga el análisis.

Sus raíces se remontan al siglo XVI, pero su auge productivo fue a mediados del siglo XX donde gracias a un fuerte aporte de knowhow por la inmigración europea, sumado a una marcada influencia de los gustos de dichos inmigrantes en la dieta, hizo que el vino se convierta en un fenómeno de consumo y cultural hasta fines de los 70s.

De hecho, Argentina contaba por ese entonces con uno de los consumos per cápita más altos del mundo con casi 100 litros. Dicho fenómeno hizo que casi la totalidad de la producción fuera apuntada al mercado interno.

Pero con el correr de los años, diversos factores hicieron que esa demanda cayera paulatinamente a lo largo del tiempo, pasando por los 23,7 litros por habitante en 2014 y tocando casi los 20 litros, su punto más bajo, en el 2016, de acuerdo a los datos del Instituto Nacional Vitivinícola (INV).

Arte industrial

El falso concepto de gran cantidad de inversores de que el vino es un arte y no una industria ha hecho un paralelo a una carrera armamentista en búsqueda de vinos sublimes pero no rentables que está desangrando a gran cantidad de proyectos.

La lección de fines de los 80s de no adaptarse a los productos que pide el mercado se aprendió, pero llevando ese punto a un extremo. Los cambios de paradigmas enológicos son sorteables técnicamente por las bodegas argentinas, pero si no poseen ni siquiera un buen análisis de costos, tienen menos aun un buen análisis financiero de las inversiones que se llevan a cabo, por lo que el costo económico y financiero es altísimo.

Dicho todo esto y considerando como inevitable una situación de mercados cada vez más competitivos, donde se percibe como muy dificultosa una mejora de la rentabilidad a partir de los precios de venta, la pregunta de la industria se centra en cómo hace para no desaparecer.

Cómo bajar los costos

Asumiendo también que en Argentina el escenario de inflación, si bien con tendencia a la baja, se mantendrá, lo mismo que la presión impositiva y fiscal, es ineludible trabajar en los costos, un aspecto en el que se ha hecho poco.

Es decir, se debe revisar cada peso que se gasta, por qué se gasta y en qué lo se gasta. En definitiva, se trata de cuestionar las especificaciones de productos, componentes y servicios que hacen a nuestra estructura de costos y gastos.

Esto no significa que se deba poner el foco solo en negociar con los proveedores y los colaboradores, ya que eso significa sola una pequeña parte del posible ahorro. Lo que se debe hacer es analizar en forma estructural todo el proceso de producción, analizando los requerimientos de cada área y estableciendo acuerdos de largo plazo y mutuamente beneficiosos con los proveedores.

En paralelo aparece otra necesidad ineludible: ir a una gestión integral profesional, que permita preservar las fortalezas de la industria, sus conocimientos y sus recursos humanos. Pero que, a su vez, le agregue una visión de negocios enfocada en la calidad y la rentabilidad.

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