En abril, cuando los Jaguares estuvieron de gira por Nueva Zelanda, los diarios locales ponían énfasis en la “mala intención” de los jugadores argentinos. En el partido ante Blues, el pilar Nic Mahew había salido lesionado por un tackle de Tomás Lavanini.
La acción era perfectamente lícita, pero Chris Boyd, entrenador de Hurricanes, el rival siguiente, salió a advertir a los árbitros sobre la supuesta peligrosidad de los Jaguares. Con razón o no, el jugador argentino se ha ganado una mala fama.
La frialdad de los números no refleja la discrecionalidad de cada acción, pero no hace más que alimentar la percepción general de que nuestro rugby, en el mundo, es visto con una lupa mayúscula.
Los Jaguares son el equipo con más jugadores amonestados (ocho, al igual que Reds) y más expulsados (dos) del Súper Rugby.
Los Pumas llevan seis partidos seguidos con una amonestación; en menos de un año, dos jugadores recibieron sanciones graves (Mariano Galarza fue suspendido nueve semanas y Leonardo Senatore, por 10) y otros cuatro, con sanciones más leves (Marcelo Bosch y Agustín Creevy un partido, Ramiro Herrera, dos; Tomás Lavanini una de uno y otra de dos); ayer, en la semifinal del Mundial Juvenil, el pilar de los Pumitas, Santiago Pulella, vio la tarjeta roja por pegar un cabezazo cuando quería involucrarse en un maul.
No se pueden juzgar todas las situaciones por igual y no está en duda la buena fe de los jugadores, pero lo cierto es que la suma de actos de indisciplina contribuye a que los argentinos empiecen a ser observados con mayor recelo y los rivales aprovechan antes de cada partido para poner presión a los árbitros.
“En el Súper Rugby nos pusieron el ojo encima. Somos nuevos y están atrás nuestro tanto para ayudarnos como para marcarnos los errores”, reconoció Guido Petti, segunda línea de los Pumas y los Jaguares.
“Durante la primera parte del año vinieron árbitros a ayudarnos en los entrenamientos de los Jaguares. Siempre les damos mucha importancia a los detalles como cerrar los brazos en el tackle, ir con los brazos pegados y no con el codo, que marcan la diferencia en que una acción sea infracción o no”, advirtió.
Ante Francia, la suma de penales llegó a 14, contra sólo siete del rival. “Es tremendo. Lo decimos una y otra vez y nos cuesta”, reconoció Martín Landajo.
“A veces, son las circunstancias de que te ataquen constantemente y tenés que hacer penales. Hay otros casos que son muy infantiles. Eso sí hay que analizarlo, cambiarlo y no hacerlo más”, admitió.
Fuente: Alejo Miranda (canchallena.com)