El príncipe Enrique y su esposa Meghan Merkle dicen que quieren tener "independencia económica'' de la realeza británica. Esa independencia, no obstante, es un tema complejo y no implica necesariamente que dejarán de recibir dinero de la familia real.
Al hacer su sorpresivo anuncio de que piensan tomar distancia de la realeza, Enrique y Meghan dijeron que se proponen trabajar para ganarse la vida al tiempo que siguen apoyando el trabajo de la reina Isabel II, la abuela de Enrique. Eso plantea algunos problemas, según observadores de la realeza.
"Para ser honesto, no creo que esto funcione'', expresó David McClure, productor televisivo y escritor que analizó las finanzas de la familia real en su libro "El legado de la realeza''.
"¿Cómo hacen para tener un pie adentro y otro afuera? La mitad de la semana cumpliendo funciones públicas y la otra generando ingresos con presentaciones en la televisión, disertaciones y libros?'', preguntó McClure. "Esto está plagado de riesgos''.
Enrique y Meghan no parecen haber coordinado nada con el Palacio Real, que dijo en un comunicado que las conversaciones sobre el futuro de la pareja "están en sus etapas iniciales'' y que había "asuntos complejos que habrá que resolver''.
El jueves la reina de 93 años tomó control de la situación y dispuso que se haga una reunión entre los representantes de la monarquía -su hijo, el príncipe Carlos; sus nietos, los príncipes Guillermo y Enrique, y Meghan- para buscar una "solución viable... en días, no semanas'', según la agencia noticiosa estatal británica, la Press Association.
Abundan las especulaciones acerca del significado que puede tener la expresión "independencia económica''.
Harry, quien tiene 35 años, y Meghan, de 38, dicen que no quieren recibir más dinero de los contribuyentes, los cuales costean el 5% de las operaciones de la familia real. Pero podrían seguir recibiendo fondos del padre de Enrique, el príncipe Carlos, dueño de una vasta fortuna en tierras y propiedades del Ducado de Cornualles.
El grueso de los gastos de Enrique y Meghan los costean los fondos que aporta Carlos, cuya fortuna financia las actividades propias y de su esposa Camilla, y las de sus hijos Guillermo y en Enrique.
El Ducado de Cornualles fue establecido en 1337 y sus estatutos, que datan de la época medieval, estipulan que Carlos no puede vender ninguno de sus bienes, pero tiene derecho a los ingresos que generan, que el año pasado fueron de unos 21,6 millones de libras (28,2 millones de dólares).
Enrique y Meghan podrían dejar de recibir dinero de los contribuyentes pero seguir viviendo de lo que les da Carlos, y argüir que tienen independencia económica del estado.
Hace poco fueron muy criticados por usar 2 millones de libras (2,6 millones de dólares) para remodelar su casa cerca del Castillo de Windsor. Y dicen que piensan seguir residiendo en el Frogmore Cottage, propiedad de la familia real, cuando están en Inglaterra, si la reina madre lo permite.
Enrique y Meghan tienen además bienes propios. Enrique heredó unos 7 millones de libras (9,1 millones de dólares) de su madre, la princesa Diana, que han estado generando intereses, y dinero de su bisabuela. Meghan se hizo millonaria como protagonista de la popular serie televisiva "Suits'' (Trajes).
Antes de casarse con Enrique, Meghan era una personalidad con gran arrastre, que marca tendencias en lo referente al estilo de vida, como Gwyneth Paltrow y Reese Witherspoon.
Tenía un blog llamado The Tig y un portal de internet y una cuenta de Instagram que dejó de usar al casarse con Enrique.
"Podría volver a lanzar The Tig con otro formato. La gente quiere saber qué luce, qué come, cómo vive. Sin duda que ella está al tanto del poder de las apariencias'', comentó Lauren Sherman, corresponsal en Nueva York del portal londinense Business of Fashion (El negocio de la moda).
La ropa que luce Meghan como duquesa de Sussex se agota rápidamente y es muy buscada en la internet.
El año pasado Meghan colaboró con la diseñadora Misha Nonoon, quien es amiga suya, en la creación de una línea de ropa para el trabajo para beneficio de la organización caritativa Smart Works, que suministra ropa de trabajo y capacitación a mujeres de bajos recursos.
En teoría, todo viaje al exterior que haga la pareja debe ser costeado por el estado ya que son considerados embajadores de buena voluntad. Enrique y Meghan dijeron que permitirán que el estado los pague cuando cumplan funciones oficiales solamente.
Otro aspecto rodeado de incertidumbre es el de su seguridad personal, la cual es resguardada por una unidad especial de la Policía Metropolitana llamada Scotland Yard. No hay indicios de que Enrique y Meghan piensen renunciar a esa custodia.