La maldad puede tener rostro de mujer como demostraron numerosas guardianas nazis, sin embargo, no todas cumplieron a rajatabla con las exigencias monstruosas del Tercer Reich.
Este fue el caso de Herta Ehlert, nacida en Berlín el 26 de marzo de 1905. La alemana desempeñó cargos en diversos campos de concentración y es considerada por la historiadora Mónica G. Álvarez como una de las "Doce Apóstoles de Hitler".
Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial nuestra protagonista fue capturada y sometida a juicio, allí declaró: “Mi ocupación civil era vendedora, y el 15 de noviembre de 1939 me llamaron a las SS a través de la Bolsa de Trabajo. No sabía mucho acerca de las SS que me enviaron a Ravensbrück [campo de concentración], donde, para empezar, tuve que ver que los trabajadores civiles no se mezclaban con los prisioneros (…) Permanecí en Ravensbrück durante tres años y luego me transfirieron a Lublin. Esta fue una transferencia de castigo debido a la gran familiaridad con los prisioneros, no siendo lo suficientemente severa con ellos, dándoles comida que no estaba permitida y varios otros detalles”.
Durante el proceso, para sorpresa de muchos, uno de los testimonios de las víctimas de Ravensbrück coincidió:
“Soy alemana –declaró Jutta Madlung-, nací en Hamburgo el 8 de diciembre de 1921 y estuve en el campo de concentración de Ravensbrück desde el 8 de septiembre de 1942 hasta el 13 de agosto de 1943, debido a las bromas políticas que hice, porque tenía una amiga judía y porque tenía discos de gramófono en inglés. Ehlert estaba a cargo de nuestro equipo de trabajo en Siemens, y fue muy buena con nosotros. Ella no nos golpeó, no nos hizo ningún daño, y también fue muy amable con las rusas. Ella me dio pan para mi hermana que estaba enferma, y me dio manzanas y otras cosas para comer. Nunca la vi maltratar a nadie.”.
La hermana aludida de Madlung corroboró aquél testimonio. Sin embargo otras prisioneras la acusaron de golpearlas. Durante el juicio quedó se demostró que Herta estuvo lejos del comportamiento de otras nazis. Seres atroces como Juana Bormann, que adiestraba a perros para que devoraran a los prisioneros o Hildergard Lachert, quién seleccionaba a niños para la cámara de gas.
Al finalizar el juicio el magistrado a cargo preguntó a Ehlert “¿Considera que hizo todo lo que pudo?”, su respuesta fue clara: “No sé si hice todo, pero puedo decir que hice todo lo que pude, porque estaba prohibido”.
La mujer fue condenada a 15 años de prisión, de los cuales sólo cumplió 7 saliendo en libertad anticipada. Entonces cambió su nombre por el de Herta Naumann y falleció en 1997, a los 92 años.