¿Quién no soñó en algún momento de su vida, tener una casa en un árbol? Muchos niños improvisaban espacios privados que duraban lo que un suspiro. Algunas construcciones precarias carecían de comodidad y de luminosidad otras, eran completamente inestables e inseguras. Este diseño es el mejor refugio infantil que se haya creado porque, además de ser resistente, es ¡transparente!
Este deseo de privacidad y libertad se manifiesta en una pequeña casita de árbol rodeada por la naturaleza. La característica principal de esta arquitectura es que sustituye la tradicional madera por el vidrio.
Este cambio de recursos va a tono también con las cualidades de los pequeños de hoy, niños más despiertos y atentos a todo lo que ocurre a su alrededor.
El proyecto, bautizado como chantli kuaulakoyokan, "casa en la copa del árbol" en nahuatl, la lengua indígena más popular en México; fue diseñado por el arquitecto mexicano Gerardo Broissin.
La cabaña se construye a partir de gruesos paneles de vidrio. Desde el suelo y las paredes hasta el techo, a dos aguas, todo en la "casa del árbol" es transparente, excepto la base sobre la que se asienta.
La construcción parece flotar entre los árboles, envuelta en el robusto tronco de un gran fresno. A diferencia de una cabaña de árbol tradicional, que a menudo requiere subir una escalera vertical, esta versión tiene una escalera de vidrio que conduce desde el suelo hasta la entrada principal. Una vez dentro, la casa ofrece vistas despejadas desde todos los ángulos.
La transparencia de la construcción también hace referencia a la privacidad. El proyecto quiere invitar al observador a reflexionar sobre la excesiva exhibición contemporánea de la intimidad que ofrecemos a través de las redes sociales.