Tras las elecciones presidenciales que confirmaron el triunfo en primera vuelta del candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, se inició una transición que, en principio ha tenido cierta tranquilidad en los mercados y en la población.
El primer factor para ello fue la reunión que sostuvo el ganador con el presidente actual en Casa Rosada, al día siguiente del acto electoral. Esa foto fue tranquilizadora para la población porque estableció certidumbre institucional de un traspaso de poder ordenado y civilizado.
El segundo factor de tranquilidad fue la ampliación del cepo cambiario a los niveles actuales. Esto contribuyó a frenar un poco la volatilidad del tipo de cambio. Para los argentinos la estabilidad en la cotización del dólar genera un bienestar porque elimina factores muy estresantes, dada la alta sensibilidad que la población tiene ante estos acontecimientos.
Pero estos dos factores por sí solo no contribuyen a generar toda la tranquilidad que los argentinos necesitan.
Si bien el 10 de diciembre está cercano, parece que la espera es eterna. Es cierto que la población, en general, se mantiene con cierta calma, pero ve con preocupación cómo algunos actores económicos están moviendo sus piezas para acomodarse a un nuevo escenario, que desconoce, pero presumen será peor que el actual y tratan de cubrirse.
La falta de definición de algunas líneas básicas del programa del próximo gobierno están generando mucha incertidumbre en mucho actores económicos.
También la falta de comienzo de conversaciones con los acreedores privados, tanto externos como internos, hace temer que el próximo gobierno entre en un default total, lo que podría acarrear consecuencias graves para toda la población.
Además, la falta de definición acerca de quiénes serán los principales ministros del futuro gabinete también se transforma en un factor de incertidumbre pues de acuerdo a quienes sean los designados se podrá tener una idea de ciertos lineamientos, ya que muchos de ellos han venido hablando de cosas, muchas veces en sentido contrario entre ellos mismos. De tal manera, saber sus nombres daría mayor certeza.
Lamentablemente, la falta de definiciones en todos estos aspectos, hace que cualquier tipo de rumor sea tomado como verídico y esto genera una serie de decisiones preventivas cuyas consecuencias son sufridas por la población.
El anuncio de un posible acuerdo de precios y salarios hace temer a las empresas que se les imponga un congelamiento de precios sin saber por cuánto tiempo y en medio de una fuerte inercia inflacionaria. Por tal motivo se siguen registrando aumentos de precios que superan las marcas inflacionarias, pero se hacen para cubrirse, al menos por algún tiempo.
En este caso, las demoras en definir los lineamientos le está jugando en contra al próximo gobierno y, seguramente, podría generar reacciones de los sectores sindicales.
Un serio problema que le exigirá a Alberto Fernández tomar decisiones que se podría haber evitado si hubiera sido más estricto y más preciso.
Lógicamente, la existencia del cepo cambiario, destinado a preservar las reservas del Banco Central, representa un obstáculo para un movimiento normal de la economía. Al parecer, este cepo hoy no sería tan fácil de superar y se anticipa que se mantendría por más tiempo pero sin precisar sus características.
Entre el cepo y tasas de interés muy elevadas, la economía no puede reaccionar pero el gobierno entrante promete una mayor inyección de dinero vía emisión monetaria. Con lo cual se configura un escenario muy complejo donde las amenazas de una escalada inflacionaria vuelve a sembrar nuevas incertidumbres que caen sobre las espaldas de los sectores empresarios y se trasladan a los consumidores.
A esta altura de los tiempos, aunque los plazos que hay que trascurrir sean cortos, parecen una eternidad para que empresas, inversores y ciudadanos traten de entender las características del nuevo proceso.
Dadas las características especiales que rodean esta transición, que comenzó realmente después de las PASO, requiere de mucha prudencia y de mucha sensibilidad por parte de los ganadores para evitar desbordes generados por la incertidumbre.