Estaba claro que San Martín no podía dejar pasar la oportunidad de sumar de a tres en su cancha ante el colero de la zona (Trinidad).
Es que el León jugaba con la presión de saber el resultado de Huracán y estaba claro que había que buscar el triunfo para quedar en la cima de la zona.
Con individualidades muy altas, San Martín jugó un buen partido en general y con una ráfaga liquidó a un Trinidad que ya no tendrá mucho para hacer en el torneo.
Fue un primer tiempo con dos equipos que hicieron lo que estaba previsto. El León sabía que tenía que ganar porque Huracán había ganado más temprano, mientras que Trinidad, con un 4-4-2, cerró los espacios, achicando hacia adelante y no para atrás, tratando de hacer prolija la transición de la pelota.
En ese planteo que hizo cada uno, San Martín fue más inteligente a la hora de presionar la salida del rival, obligando a cometer errores que exponían a los sanjuaninos con las corridas de Viguet y de Martínez por las bandas.
Precisamente a esos ataques por las bandas les faltó justeza, ya que cayeron centros que no fueron precisos para que los delanteros que llegaban de frente definieran.
Por su parte, Trinidad comenzó a encontrar espacios cada vez que se decidió a cruzar la mitad de la cancha. Insistió con la transición del balón en forma ordenada y realizando un juego asociado.
Por esa razón es que el empate en cero del primer tiempo fue algo que les caía bien a los dos.
En el inicio del segundo tiempo una ráfaga Chacarera, con dos goles en diez minutos de Emmanuel Vargas y Javier Villaseca, descompensó a Trinidad y lo dejó rendido a los pies del León.
De ahí en más, San Martín fue amo y señor del partido, controló el balón y manejó los tiempos.
Fue un gran partido en lo colectivo y la ilusión del hincha Chacarero sigue en plena levantada, en parte gracias a rendimientos como el de anoche.