Lo festejaron en Mendoza y en ese minúsculo camarín que tiene la cancha de Atenas de Pocito. Fue como un desahogo ese pitazo final de César Ceballos, de Córdoba. El 3-2 final en favor de Luján cortó una sequía de cinco partidos sin conocer el triunfo. Un calvario que llegó a su fin, justo cuando más lo necesitaba el once de Pablo Cuello. Fue una bocanada de aire fresco para encarar la recta final del torneo con otro ánimo. Al Granate le quedan por delante tres partidos (dos en San Juan y uno en el Jardín del Bajo).
El de ayer fue un partidazo por las características y la emotividad con que se vivió. Los dos pugnan por no descender y los nervios se hicieron sentir en el comienzo del encuentro. Pegó primero Olivares para el local, cuando todavía no se había jugado un cuarto de hora. Luján recién comenzaba a acomodarse en el campo de juego y ya estaba abajo en el marcador. Sin embargo, Lescano apareció para poner la igualdad y ahí se afirmó el juego de los mendocinos. Tobar se vistió de héroe para detener un penal ejecutado por Rodríguez y sus compañeros supieron que se podía.
Para el complemento volvió a ponerse arriba Atenas con un tanto de Pozo. Sin embargo, Chávez , de cabeza, estampó la igualdad y decretó que las emociones estarían a flor de piel. Un minuto después, Bailo, de penal, sentenció la historia, cuando todavía quedaba un tiempo por jugar.
Grandísimo triunfo que deja más vivo que nunca al Granate.